La rueda

Pablo Milanés y la casualidad

CARLES SANS

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Alguien dijo una vez que las casualidades no existen, que se trata de una conjunción de hechos que surgen de las fuentes más profundas.

He conocido parejas a las que les gusta explicar cómo se conocieron por una casualidad, que prefieren disfrazar de destino porque les resulta más mágico hablar de predestinación que de casualidad.

Todo esto viene a cuento porque he hablado con un amigo que me informa de que acaba de comprar unas entradas para ver y escuchar al cantautor cubano Pablo Milanés, un mito de la canción de mi juventud, que toca en Girona el próximo 29 de julio. Con él me relaciona una casualidad que viene a mi memoria y que me apetece compartir con el lector.

Me ocurrió hace unos cuantos años en Galicia. A la mañana siguiente de actuar en Vigo, alquilé un coche para dirigirme a A Coruña, donde actuábamos esa misma noche. Al arrancar el motor, empezó a sonar una música del radiocasete. Eran canciones interpretadas por Pablo Milanés que seguramente alguien debió dejarse por olvido. Anduve todo el viaje escuchando la cinta. Al llegar al hotel de destino, ¡oh, casualidad!, oigo a través del hilo musical del hotel más canciones de Pablo Milanés. Me pareció curiosa la coincidencia, pues hacía años que no oía a Milanés y en un mismo día me cantaba allá donde yo iba.

Subí a la habitación para dejar mi equipaje y bajé de inmediato para ir a comer a una marisquería. Al entrar, no sonaba la música de Milanés, lo que hubiese sido hasta preocupante, pero al acompañarme el camarero hasta mi mesa me quedé estupefacto al ver que en la de al lado estaba Pablo Milanés sentado junto a otros comensales. Comí con la necesidad de contarle a alguien lo que me estaba sucediendo con Pablo Milanés, así que después de pagar la cuenta, me dirigí a su mesa y se lo conté a él. Hubo risas y mucha casualidad.