GEOMETRÍA VARIABLE

Pablo Casado elige el maximalismo

Pablo Casado

Pablo Casado / periodico

Joan Tapia

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Pedro Sánchez compareció el miércoles en el Congreso para informar de la última cumbre europea y de la venta de armas a Arabia Saudí, pero el líder de la oposición, Pablo Casado, decidió no tratar esos asuntos (¿irrelevantes?) y optó por un rapapolvo cósmico a la política del Gobierno. En especial respecto a Catalunya, donde habría que promulgar con urgencia otro 155.

Casado confirmó así su apuesta por el maximalismo, muy visible ya en la presentación el martes del nuevo libro de Aznar. Casado censura con el olvido la política de Mariano Rajoy y reivindica las esencias de Aznar. Pero no del de 1996, cuando llegó a la Moncloa hablando catalán en la intimidad, sino del anterior -el del “váyase señor González”- y el

posterior, el de la mayoría absoluta del 2000, la prepotencia del cuaderno azul y la guerra de Irak. Opta así por un aznarismo más impaciente y parece querer formar parte -Steve Bannon anda por EuropaSteve Bannon- de los discípulos de Donald Trump.

Preguntar de entrada -cuando el independentismo emite cada día signos de desorientación- qué debe pasar más en Catalunya para tener que aplicar otro 155 es querer vivir de atizar el conflicto. Catalunya está dividida y hay tensiones, pero la normalidad domina la vida cotidiana, aunque no siempre las palabras de Quim Torra y las acciones esporádicas de grupos radicales que agrietan el secesionismo. Es curioso que las CUP exijan la dimisión del 'president' a que los considera sus amigos. Además, Rajoy solo recurrió al 155 cuando la declaración unilateral de independencia dejaba pocas opciones y no lo hizo atacando a Sánchez, sino negociando con él y convocando elecciones catalanas en 55 días. ¿Quiere Casado un 155 indefinido? La realidad es muy distinta a la de hace un año y querer superar el conflicto exige todo lo contrario de otro 155.

Luego, decir que Sánchez “es partícipe y responsable del golpe de Estado que se está perpetrando”, que Pablo Iglesias es el vicepresidente del Gobierno y hablar del “pacto de la cárcel” y de que mandan los golpistas, es algo muy próximo a las 'fake news'. El martes, preguntado por Aznar, Casado aseguró que iba a ganar las elecciones muy pronto.

Quizás sí, pero la encuesta del CIS de este jueves dice que es el líder peor valorado (detrás de Iglesias), que el PP quedaría a 13 puntos del PSOE en unas elecciones, que Cs tendría casi un 4% más de votos y que los españoles creen que hay demasiada crispación (el 87,8%) y que el PP (junto al separatismo) es el principal culpable.

El PP y otros no se creen el CIS de José Félix Tezanos. Quizás tenga razón, pero dentro de un mes hay elecciones

en Andalucía y esa será la gran prueba de la eficacia del maximalismo de Casado. No ya por si queda primero que el PSOE, que parece imposible, sino por si logra evitar que Cs (al alza en los sondeos) sea el segundo partido. Si en Andalucía -no en el CIS- el PSOE y Cs quedan por delante del PP, el impaciente Casado puede ser un líder más efímero que el olvidado Antonio Hernández Mancha, el de la moción de censura contra Felipe González.