LA CLAVE

El otoño caliente de la banca

En España muy pocas veces la rebaja de impuestos a las empresas repercute en el cliente final, se socializan las pérdidas y se esconden ganancias

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Olga Grau

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La banca se prepara para un pulso con Pedro Sánchez que augura un otoño caliente en los despachos de poder. El PSOE está negociando con Podemos, en el marco del pacto presupuestario, fórmulas para hacer que los bancos contribuyan más al erario público como vía para financiar las pensiones y otros gastos sociales.

Las ideas que se están barajando pasan por crear un impuesto nuevo que se aplicaría sobre el beneficio de los bancos o bien en modificar el esquema de deducciones fiscales del sector para aumentar los ingresos fiscales del erario público. La banca, lógicamente, ha puesto el grito en el cielo y ha alertado que, con que la medida, se encarecerán los precios que pagan los clientes por los servicios, habrá más comisiones y el crédito se resentirá. 

La realidad es que la gran banca española, al haber absorbido a entidades con pérdidas o quebradas durante la crisis, disfruta de unos créditos fiscales (conocidos como DTAs) que le permiten reducir el pago de impuestos o incluso ingresar dinero del erario público. El sector bancario recibió durante la crisis financiera un manguerazo de dinero público que el Banco de España y el Gobierno han reconocido que no se va a recuperar. 

Y ante la amenaza de la banca, es preciso apuntar que en España muy pocas veces la rebaja de impuestos a las empresas repercute en el cliente final. Un ejemplo reciente lo encontramos en los cines, que pesar de que se les ha bajado el IVA, no han trasladado el margen a las entradas. Es la lógica del capitalismo español: socializar pérdidas y esconder ganancias.

Los ciudadanos de a pie no son los únicos a los que se les puede pedir sacrificios. En los últimos años, en España ha subido el IRPF, el IVA, se han recortado los servicios sociales y se han devaluado los salarios. Los impuestos han servido para, entre otras cosas, rescatar a la banca y salvar los depósitos.

No se trata de hacer demogogia ni de demonizar a un sector que ofrece un servicio indispensable. Pero los bancos, no lo olvidemos, tienen accionistas. Y los esfuerzos no pueden recaer siempre en los mismos. Para eso deberían servir los impuestos, para que la sociedad sea más justa.