Al contrataque

La oportunidad de Puigdemont

Intervención del presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, en la reunión anual del Cercle d'Economia, el jueves en Sitges.

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Señor presidente, aplaudimos que plantara cara y dijera que no iría a la final de la Copa del Rey en el estadio Vicente Calderón si no se permitía entrar con 'estelades'. Y el juez tumbó la prohibición de la delegada del Gobierno en Madrid. Era un asunto que superaba de largo el ámbito del fútbol; era un tema de país. Y así como muchos criticaron la tibieza primera del Barça, la gran mayoría de catalanes y catalanas aplaudieron su determinación.

Pero, presidente Puigdemont, habitualmente le oímos poco. Usted es un hombre sensato, que sabe ofrecer espacios de diálogo en Madrid, que es capaz de empezar a hablar con los que repetidamente niegan el diálogo y se encara con firmeza y amabilidad a la vez a todos aquellos que le miran con recelo, sean empresarios españoles o mandatarios europeos.

El desalojo de los okupas del llamado 'banc expropiat' de Gràcia es un síntoma. Va más allá de la protesta de unos jóvenes idealistas que trabajan por el barrio. Le hablo de la escalada de violencia en la calle, defendida por grupos cada vez más numerosos. Me refiero a no oírle decir nada tampoco cuando la alcaldesa Ada Colau se erige en juez, siendo parte, y reclama proporcionalidad a las acciones represivas de la policía. Proporción en la respuesta de los agentes una vez que los encapuchados armados con martillos o explosivos ya les hayan atacado.

¿Qué nos está pasando? Ahora, cuando alguien dice estar a favor de la 'desobediencia', lo encontramos 'xupiguai'. Y del mismo modo comprendemos que algunos quieran 'liberarse' de un 'acuerdo de estabilidad'. Qué gran libertad la inestabilidad. Lo decide una asamblea en la calle y lo ha de acatar todo un Parlament. ¡Viva la democracia! O sea, ¡ole tú!

LA PAPELERA DE LA HISTORIA

Ya sé, señor presidente, que está atareado tratando de aprobar los presupuestos, y que la enmienda -para que no parezca que no tiene suficiente contundencia- es a la totalidad. Desde el 27-S, en Catalunya es la CUP quien decide el debate. Artur Mas se sacrificó para poder tener Gobierno, y ahora da la impresión de que lo que se puede perder es el país. Perder la confianza de la gente y diluir la ilusión. ¿Qué país queremos? ¿El que defiende la violencia y se mofa de la ley? No es fácil negociar los dos votos que les faltan, pero ¿seguro que no pueden explorar otras alianzas, señor presidente? Que el 'tempo' del 'procés' quedase tocado quizá no sería tan grave. Ahora quien pierde es Catalunya.

Por eso creo que más que nunca usted tiene la gran oportunidad de fijar criterios éticos y rearmar moralmente el país. Liderar y no únicamente negociar. La alternativa la vimos anunciada con un estallido de satisfacción en enero pasado. El diputado cupaire, tras decir que había enviado a Mas a la papelera de la historia, prometió que enviaría allí a muchos más.