Independencia o soberanía

La utilidad principal del RUI consiste en desenmascarar a aquellos soberanistas que lo rechazan por unilateral

XAVIER BRU DE SALA

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Mientras Catalunya, observada desde Madrid, ha pasado de protagonista principal a decorado de fondo, el independentismo descubre un nuevo enemigo en quienes tenía más cerca. El objetivo era y es el Estado, ya no para reformarlo con el arma o amenaza de la independencia, sino para separarse. Pero no tanto para desafiarlo de manera contundente y justificar así medidas drásticas, sino tan solo pisando la línea continua para provocar reacciones proporcionadas que mantengan y, si puede ser, aviven algo más la llama. Represalias sí, pero en el horizonte y con un mínimo riesgo de acabar entre rejas.

Ahora bien, dado que ni los más entusiastas seguidores del 'Bolero de Ravel', aquella pieza que va del pianísimo al paroxismo sin la menor variación en el 'leitmotiv', ya que ni siquiera estos optimistas impertinentes e impenitentes creen que el 'procés' se disponga a emprender la recta final en plan paseo, se les ha ocurrido una fórmula magistral para asegurar la mayoría: separar el grano independentista de la paja soberanista en el mundo de Iniciativa, los podemitas y los que denominan 'colauers'. Se trata del RUI (referéndum unilateral de independencia). Ya veremos si el plato llega a salir de las cocinas 'indis' para ser servido en los comedores populares. Señaladas voces de Junts pel Sí y los demócratas dudan de que se llegue a celebrar, porque convocarlo atraería las represalias sobre pocos y hacer efectiva la convocatoria implicaría, entre otros inconvenientes de dificilísima resolución, desobediencia grave de miles de funcionarios.

Da igual si en el momento antes de nacer, el Estado aborta el RUI. Quizás incluso mejor, porque la gran mayoría de catalanes desean pronunciarse y así se ampliarían los motivos de agravio. Sea como fuere, la utilidad principal del RUI, además de actuar como acelerador irreversible del 'procés', consiste como hemos apuntado en desenmascarar a aquellos soberanistas que lo rechazan por unilateral y condenarlos a las tinieblas constitucionalistas. El argumento es simple pero contundente: Ya que España no lo autorizará jamás, quien se declare contra la convocatoria unilateral es un falso soberanista al servicio de Rajoy.

ICV y Podemos ya han picado, la alcaldesa y los suyos no piensan picar. De modo que ya hemos ganado mucho, porque si el RUI les divide dejan de ser una amenaza para la hegemonía y la coherencia interna del independentismo. Hasta el RUI se podía ser soberanista y no independentista. A partir del RUI, y por eso avanza, habrá que elegir: o independentista o falso soberanista. Si funciona, y parece que empieza bien, se habrá salvado el peligro de un nuevo tripartito. Pero cuidado, porque si hay votantes de esta izquierda alternativa partidarios de desafiar tanto como puedan al poder, también los hay de Junts pel Sí que no están para aventuras.