IDEAS

Muertas y olvidadas

Margarita Xirgu con Federico García Lorca.

Margarita Xirgu con Federico García Lorca. / periodico

Jordi Puntí

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Con 49 años de retraso, esta semana la web del 'New York Times' ha publicado el obituario de Margarita Xirgu. Su carrera artística, la amistad y el trabajo con García Lorca, el perfil político de izquierdas, el lesbianismo medio escondido o el exilio en Argentina y Uruguay son algunos de los aspectos que se destacan de la figura de la Xirgu, siempre desde su carácter “radical”. Su recuperación, además, forma parte de un proyecto titulado 'Overlooked' ('Pasadas por alto'), que el propio diario describe así: “Desde el 1851, los obituarios del 'New York Times' han sido dominados por hombres blancos. Con 'Pasadas por alto', queremos añadir las historias de personas destacadas que nunca encontraron un lugar en el diario”. La sección, pues, se fija sobre todo en las mujeres que en su día no fueron recordadas por lo que habían conseguido, pero también en los hombres que por cuestiones de raza, sexualidad o cultura les pasaron desapercibidos (a menudo voluntariamente). De momento la lista de los personajes restituidos es impresionante, y no han hecho más que empezar.

'The New York Times' rescata  en sus obituarios a personas que en su día pasaron desapercibidas, la mayoría mujeres y hombres discriminados por cuestiones de raza o sexualidad 

Aparecen nombres tan obvios como la fotógrafa Diane Arbus o la poeta Sylvia Plath, pero también encuentran su lugar mujeres remarcables y demasiado desconocidas, como la periodista afroamericana Ida B. Wells, que desde 1892 se dedicó a describir y denunciar el linchamiento de hombres de raza negra.

Precisamente porque la muerte nos abraza a todos, la sección de obituarios ha tenido desde siempre un carácter abierto, que tanto destaca los éxitos de políticos, artistas o inventores, como las hazañas de deportistas o médicos, o las barbaridades de dictadores y asesinos. Pero también es el lugar de los héroes menores, como el primer paseador de perros profesional, o la mujer que ideó la primera pista de tenis.

Mientras los periódicos en papel adelgazan cada día más, y las redes sociales nos obligan a vivir en un presente constante, los obituarios parecen un anacronismo, y sin embargo hay que reivindicarlos más allá de homenajes lacrimógenos: como una forma enciclopédica para recoger el saber universal, un ejemplo de periodismo literario, y un imprescindible ejercicio de memoria.