En la calle de les Hortes, 22

Voy a decir algo un poco exagerado, pero no mucho: seguro que en todas las casas de Girona (y provincia) hay un  libro comprado en la Llibreria 22. Un día u otro, todo el mundo ha pasado por la calle de les Hortes, 22, y se ha dejado tentar por libre, o siguiendo las recomendaciones de Guillem Terribas y la larga recua de lectores que han trabajado allí... Estos días la 22 celebra 40 años de existencia y, en esta época en que cierran y abren tantas librerías, es bueno recordar la resistencia y la consistencia del proyecto de Terribas y compañía.

Una de las virtudes de la Llibreria 22 es que a menudo te encuentras allí a amigos y conocidos, y no te importa. No es un elogio fácil, porque en las librerías uno prefiere estar solo con los libros, pero en más de una ocasión me he sentido en la 22 como en el estanco de Auggie Wren en 'Smoke', esa película de Wayne Wang y Paul Auster. Algunos de esos parroquianos habituales participan ahora en 22 x 40, la revista de número único que busca revivir las cuatro décadas con anécdotas, libros comprados, presentaciones, premios. La idea de un número único me ha hecho recuperar otra joya que se inventaron en la librería cuando cumplieron 10 años, en 1988. Se llamaba 'El número' y hoy en día es ya una pieza de coleccionista. En él, 22 autores —11 en lengua catalana, y 11 en castellana— escribían sobre un libro, el que más les gustara o les hubiera influido. La selección era fabulosa. Jaime Gil de Biedma hablaba de 'Carmen', el relato de Merimée. Quim Monzó defendía 'Tres tristes tigres', de Guillermo Cabrera Infante. Josep M. Castellet leía los 'Cuatro cuartetos', de T.S. Eliot, y José M. Valverde daba una clase sobre la literatura creada en 1922, del 'Ulises' de Joyce al 'Tractatus' de Wittgenstein. El joven Josep M. Fonalleras se paseaba por el 'Guardián' de J.D. Salinger y Eduardo Mendoza por 'El viaje sentimental' de Laurence Sterne. Y muchos más, un festival. La verdad es que no sé si hoy en día, en la situación política en la que nos encontramos, se podría hacer un número así, tan diverso y tan transparente, pero esta es otra historia, y además la 22 no tiene ninguna culpa.