Dos miradas

'Only rock'n'roll'

Podré repetir entera la jugada, desde el momento en que Neymar lanza la falta, recoge el rebote, hace una finta y centra con suavidad al área

Los jugadores del Barça celebran la victoria ante el PSG.

Los jugadores del Barça celebran la victoria ante el PSG. / periodico

JOSEP MARIA FONALLERAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando llegué a casa, volví a ver ese minuto final. Me lo he aprendido de memoria. El día que la pierda entera –la memoria, quiero decir– estoy seguro de que todavía habrá pequeños rincones, cajones de donde saldrán algunos abrazos, unos besos, unas cuantas lágrimas, los viajes, el perfume de la tribuna del Priorat de Serrabona, el Panteón de Roma, las risas de mis hijos. Y este último minuto, desde el momento en que Ter Stegen roba un balón en el mediocampo y le hacen falta, lo más estrambótico que he visto nunca en un partido de fútbol. Podré repetir entera la jugada, desde el momento en que Neymar lanza la falta, recoge el rebote, hace una finta y centra con suavidad al área. Recordaré, a pesar de todas las cosas que habré olvidado, con quién me abracé y en quién pensé y cómo fue mi celebración, exagerada y excesiva, como deben ser las celebraciones en casos así.

Todos hablamos de milagro, pero Spinoza no estaría de acuerdo. Un milagro «es un fenómeno contrario a las leyes generales de la naturaleza y, por tanto, de la inteligencia divina». Dios no puede oponerse a su propia esencia. Los milagros no existen sino que, como dice Wagensberg, son «paradojas que la razón debe solucionar». Esto es lo que pasó el miércoles. Y yo recordaré aquel minuto incluso cuando ya no recuerde nada más. O, como decía otro pensador contemporáneo, Mike Jagger, «ya sé que solo es rock and roll, pero me gusta».