La onda expansiva siria

RAMÓN LOBO

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Los buenos analistas de Oriente Próximo son pesimistas. Es lo habitual desde hace más de 2.000 años; la única manera de acertar. ¿A qué loco se le ocurriría decir que el nuevo intento de paz entre israelís y palestinos que proyecta John Kerry va a tener éxito? Todos saben que el juego es hablar, parecer que se hace algo, airear ilusiones mientras se mira a otro lado cuando Israel construye o amplía colonias en los territorios ocupados. No hay esperanza para la humillación a la que el ocupante somete a la población árabe. Palestina, o lo que queda de la olvidada solución de los dos estados, es víctima del silencio y la impunidad.

Nadie en su juicio afirmaría que la guerra de Siria va a terminar este año, que los rebeldes tomarán el poder y la vida mejorará automáticamente para los civiles atrapados en la ratonera de la guerra, para los dos millones y medio que han huido de su país. Lo inteligente, si se desea conservar el estatus y el sueldo de gurú, es decir que todo va a ir a peor. Si el fracaso tiene que ver con los nuestros, como en Afganistán, el gurú inteligente modera su pesimismo. Decir que lo ocurrido en ese país asiático es un desastre colocaría al gurú en una posición incómoda. Parecería un indignado, un radical, no un experto con corbata.

Hay regiones en las que todo se sostiene en un equilibrio precario. Basta un accidente para que despierte la bestia. Oriente Próximo es la más visible de esas regiones. La guerra de Siria, que a veces nos parece tan ajena, empieza a extenderse al Líbano. El año terminó con el asesinato de un importante político suní, enemigo de Hizbulá, y 2014 empezó con un atentado en Haret Hareik, el bastión beirutí de la guerrilla chií. Los mismos bandos que se matan en Siria están duplicados en el Líbano, país con una guerra civil mal resuelta y demasiadas armas escondidas en depósitos secretos.

No es solo el Líbano, algo previsible que 2013 ha dejado con motivos de preocupación, es que ahora es Irak. La provincia de Anbar ha vivido esta semana un hecho insólito: unidades del Estado Islámico de Irak y el Levante (ISIL) han ocupado parte de Ramadi y Faluya, quemado comisarías de policía, liberado presos y llamado a la rebelión desde las mezquitas. En los combates han muerto más de 100 personas. Faluya está a 69 kilómetros de Bagdad. En Anbar se concentra gran parte de la población suní de Irak que se siente maltratada por la mayoría chií que gobierna el país de una manera sectaria con el apoyo de Irán. Anbar es un vivero de hartura.

Ya no hay marines

El ISIL es el grupo rebelde más fuerte que opera en Siria. Ha desplazado al Ejército Libre de Siria (los favoritos de Occidente) y al Frente Al Nusra, también partidario de Al Qaeda pero menos obediente con las instrucciones de la cúpula. Lo relevante de los ataques de Anbar es lo que transmiten: la debilidad militar del Gobierno de Bagdad y que este grupo de Al Qaeda se siente tan fuerte como para operar a ambos lados de la frontera. La desesperación de los sunís iraquís hace pensar al ISIL que tiene algo que decir en Irak. Fue una fuerza importante hasta que los marines de EEUU la expulsaron de Faluya a finales del 2004. Pero ya no hay marines estadounidenses en Irak.

EEUU dejó el país sin resolver sus problemas, pero con una estructura política que le permite vender que no ha perdido la guerra, que en Irak hay democracia porque se vota en urna. En Afganistán, Washington lo va tener más difícil. Lo más probable a medio plazo es que los talibanes retomen el poder en cuanto salgan las tropas extranjeras a final de este año. Allí, la derrota es indisimulable. La estructura política creada no va a resistir el empuje de los talibanes. En algunas provincias se están produciendo pactos entre los mandos del nuevo Ejército afgano y los mandos talibanes locales. Todos saben lo que va a pasar el día después. Todos menos nosotros.

La Historia no se detiene cuando decidimos pararla. La Historia es lineal, compleja, difícil de leer, en permanente movimiento. De la ayuda a los muyahidines afganos para derrotar al imperio soviético en los 80 brotaron Al Qaeda, el 11-S, los atentados masivos. Un gurú dirá que de Siria y su onda expansiva en el Líbano e Irak no saldrá nada bueno. Menos aún para los palestinos, los nuevos invisibles.