La religión y la Casa Blanca

La fe de Obama

El futuro del líder de EEUU está amenazado si la opinión pública le juzga por su fe antes que por su política

ANTONI Gutiérrez-Rubí

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Una de las virtudes deBarack Obamaes la templanza. Resistente como el bambú, se dobla frente a las adversidades para no quebrarse y volver a recuperar la centralidad y la verticalidad. A veces, ceder es ganar. Lo demostró con la histórica reforma sanitaria aprobada por el Senado cuando muy pocos creían en sus posibilidades. Pero la cuestión religiosa es otra cosa. La crisis provocada por su decisión de apoyar la construcción de una mezquita en lazona cerode Nueva York puede derrumbar su presidencia.

Obamacorre el riesgo de perder la conexión emocional con sus compatriotas. La misma que le llevó a la victoria. En sus vacaciones en Martha's Vineyard le habrá venido bien leer el libro que adquirió al llegar a la isla:Freedom, deJonathan Franzen. Un relato sociológico de la clase media norteamericana después de los atentados del 2001 y durante los primeros años deGeorge Bush. Una novela sobre el concepto de libertad.

Uno de cada cinco estadounidenses cree queObamaes musulmán. El dato es de una encuesta que se realizó antes de que el presidente anunciase públicamente su apoyo a la construcción de la mezquita. Solo el 34% le identifica con su religión, la cristiana. Y el 43% no sabe cuál es el credo que profesa. Si la encuesta se hubiera hecho después de conocer sus declaraciones, habría sido devastadora. Además, en esta cuestión el Partido Demócrata se ha quebrado en dos y el 51% de los estadounidenses desaprueba en estos momentos la gestión deObama.

Las mentiras se consolidan. El presidente ya fue objeto de una brutal campaña de desprestigio siendo candidato cuando, deliberadamente, los medios ultraconservadores utilizaron su segundo apellido,Hussein, para nombrarle. Por eso, por saña descarada o por torpeza inadmisible, hasta el senador republicano y exsecretario de Justicia de EEUU (el 79º)John Ashcrofttuvo un lapsus y confundió el nombre deObamacon el del líder de Al Qaeda,Osama (Bin Laden). En el trasfondo, todavía no se acepta su legitimidad democrática como presidente de todos los norteamericanos.

Las convicciones deObamarespecto del mundo musulmán son profundas y se enraizan en su propia biografía personal. En su discurso, calificado de histórico, en la Universidad de El Cairo, el 4 de junio de 2009, afirmó: «Así pues, he conocido el islam en tres continentes antes de venir a la región donde fue revelado. Esa experiencia guía mi convicción… Considero que parte de mi responsabilidad como presidente de EEUU es luchar contra los estereotipos negativos del islam allí donde surjan».

Obamacree en la libertad. Y considera irrenunciable tanto luchar contra los prejuicios religiosos como defender la libertad de culto. Se siente orgulloso, por ejemplo, del congresista demócrata por MinessotaKeith Ellison, que juró -por primera vez- su cargo sobre un Corán que perteneció al mismísimoThomas Jeffersony que se encontraba en la biblioteca del Congreso. Será interesante, y revelador, ver cómo le van las decisivas elecciones del próximo mes de noviembre.

En El Cairo,Obamafue valiente y confiado: «Más aún, la libertad en América es inseparable de la libertad de culto. Por eso hay una mezquita en todos los estados de la Unión y más de 1.200 en toda América. Por eso el Gobierno de EEUU ha pleiteado para proteger el derecho de las mujeres y las chicas a llevar el velo y castigar a quienes se lo niegan».

Pero el murmullo religioso ultraconservador está corroyendo los pilares de la credibilidad del presidente en un país donde seis de cada diez personas afirman que la religión es muy importante en sus vidas y están de acuerdo en que los miembros del Congreso tengan «fuertes creencias religiosas» y las hagan públicas. La Casa Blanca ha tenido que salir al paso con un sorprendente comunicado en el que destaca que «el presidente es un devoto cristiano que reza todos los días». La pertinaz campaña agresiva de desinformación y mentiras que la ultraderecha ha lanzado sobre la fe deObamaha abierto una brecha de confianza entre los estadounidenses sobre sus convicciones morales y religiosas.

Si la opinión pública acaba juzgando la fe deObamaantes que su política, el futuro del presidente puede estar seriamente amenazado. Debería reaccionar. Como cuando apostató, en plena campaña electoral, de la iglesia de su amigo y asesor el pastor negroJeremiah Wrigth(que le casó y que bautizó a sus hijas) por sus sermones político-religiosos inspirados por el rencor racial. Fue un sacrificio político duro y una profunda decepción personal. Pero inevitable y necesario para seguir en la brecha electoral. Quizás ahora sea urgente dar marcha atrás y sumar más que dividir.

Obama sabe por propia experiencia que los prejuicios son más sólidos y contagiosos que los juicios. Y que la materia religiosa es íntima, pero también pública. Debe volver a ser bambú para seguir avanzando. Es un error olvidar que los sentimientos son más profundos que cualquier razonamiento o convicción. No está en juego solo el cuestionamiento de su fe, sino la fe de todo un país en él. Asesor de comunicación.