APUNTES

En Nueva York, en lucha contra 'Andrea'

JOSEP MARIA POU

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Llego a Nueva York y me recibeAndreacon los brazos abiertos.Andrea no es una prima, ni una amiga, ni siquiera una conocida.Andreaes una tormenta tropical con muy mala leche, que barre la ciudad de arriba a abajo y de izquierda a derecha. El agua cae (o sube, o corre, o vuela) en todas direcciones. Es como si me hubiera metido en un campo de golf a la hora en que los aspersores se cabrean. No hay escapatoria.Andrea me deja empapado. Me esfuerzo en caminar Broadway abajo, pero las aguas no se abren a mi paso. Aquí no valen ni las órdenes deMoisésa voz en grito, ni el gesto deArtur Masen campaña. Nueva York me pone a prueba, me digo. Y no cejo en el empeño. Lo consigo: a la hora en punto llego a la puerta del teatro con aspecto de recién salido de la ducha. Como yo, el resto de los espectadores. Nos miramos unos a otros, solidarizándonos en el desconsuelo. Ocupo mi butaca pensando en la pulmonía que voy a coger si me paso las dos horas siguientes quieto en el asiento y mojado de pies a cabeza. La representación se retrasa 15 minutos para permitir la llegada de los rezagados por el caos fluvial. Por fin parece que ya estamos todos y se levanta el telón.

Y de nuevo se produce el milagro del teatro. Con la primera frase surge la primera carcajada. Con la segunda, la segunda. A los cinco minutos todo el teatro es una fiesta. Porque la obra lo vale y porque todos queremos olvidarnos de la que está cayendo afuera. Es como si los actores se emplearan de manera especial para agradecernos la valentía de haber llegado hasta allí. Y enlazan frase a frase y chiste a chiste, con la maestría de quien sabe que tiene entre manos los mejores mimbres.

La obra se llamaVania y Sonia y Masha y Erik, y es el último trabajo deCristopher Durang, uno de los grandes. Una farsa divertidísima, con seis personajes entrañables que -como nosotros hace un momento en plena calle- se empeñan en luchar contra los elementos y sacarle provecho a la vida.Cristopher Durang ha escrito su menosprecio de corte y alabanza de aldea al estilo deChéjov, inspirándose en los mejores momentos deLa gaviota, Tio Vaniay Las tres hermanas para darles la vuelta y llegar a la parodia inteligente. Un invento que se demuestra un acierto: dos días después se alza con el premio Tony a la mejor obra del año.

Salgo del teatro seco, reconfortado, y con la firme convicción de que esta obra debe verse cuanto antes en un teatro de Barcelona. Y en ello estamos.