A la espera del cítrico

Noviembre y naranjas

Mi calendario personal se divide en meses sin naranjas (de julio a octubre) y meses con naranjas (el resto)

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CARE SANTOS

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Se acerca mi mes favorito, que es noviembre. Tengo mis motivos: con un poco de suerte, ya no hace un calor tórrido. Las mesas de novedades de las librerías suelen estar repletas de libros interesantes. Durante algunos días los billetes a Nueva York son más baratos. Y empieza la temporada de naranjas.

Mi calendario personal se divide en meses sin naranjas (de julio a octubre) y meses con naranjas (el resto). En los meses sin compro naranjas de importación en cualquier gran superficie, en esas mallas horribles de color rojo. En los meses con las encargo en cajas de 15 kilos a una familia valenciana de pequeños productores que me las envía en 24 horas, tan recién recogidas que suelen venir adornadas con hojas del árbol, aún frescas. Los meses sin los pasamos en casa añorando los meses con y los meses con, procurando que nunca falten. Si tuviera que enumerar las diferencias entre las naranjas de la malla y las de la caja necesitaría otra columna.

A principios de noviembre, suelo recibir una llamada en que me avisan de que la cosecha de naranja navelina ya está aquí. Yo, tan urbanita, recibo con una ilusión inusitada ese anuncio. Aunque a veces también me llaman para darme malas noticias. Por ejemplo, que ha llovido mucho y que la huerta está inundada. No se pueden recolectar las frutas mojadas –algo que antes ignoraba– y hay que esperar a que se sequen en el árbol, de modo que en épocas de chaparrones o gotas frías en casa hemos llegado a pasar diez días esperando las naranjas y mirando el tiempo en la tele para asegurarnos de que en València ha dejado de llover.

Ahora me interesan las noticias naranjiles. Este año la cosecha es más abundante en Sevilla que en València. Correos tendrá un servicio de envío de naranjas desde la Comunidad Valenciana. O los productores están contentos porque el precio ha subido ligeramente, por primera vez en seis años. Las leo, las sopeso y sigo a lo mío. Pase lo que pase, noviembre se acerca. Traerá algo bueno, aunque solo sean las naranjas.