Pequeño observatorio

Noticia: desaparece una sonrisa

JOSEP MARIA Espinàs

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He observado una foto deJosé Luis Rodríguez Zapatero,tomada durante la entrevista que mantuvo con el presidente de la CEOE,Gerardo Díaz Ferrán.Había quedado muy bien en la imagen; elegante, incluso. Lo único que no encajaba es que no sonreía. Uno de los problemas del presidente del Gobierno es que, a lo largo de su mandato, ha sonreído demasiado. Por eso, cuando se le ve serio, da la impresión de que algo no va bien.

Si solo hubiera sonreído de vez en cuando, ahora no parecería tan preocupado. Son las leyes del abuso y del contraste. (Ustedes perdonen, pero las acabo de inventar).

Un presidente del Gobierno sonriente está muy bien. Igual que está bien un notario sonriente y un médico sonriente. Naturalmente, el médico sabe que debe alternar alguna sonrisa, que da confianza al paciente, con la seriedad indispensable en los momentos en que sus opiniones o su diagnóstico ante el enfermo deben tener crédito.

El presidente ha abusado de su sonrisa. No quiero decir que haya sonreído tanto de un modo premeditado. O artificial. Hay gente que tiene una sonrisa fácil, natural, al igual que hay gente que es incapaz de abandonar una expresión huraña, excesivamente seria. A menudo, son actitudes que forman parte de la forma de ser, de una autenticidad indiscutible. A algunas personas, a veces, les cuesta un gran esfuerzo fabricar la sonrisa que en ese momento es aconsejable. A otras, sin embargo, les resulta fácil presentarse con frecuencia sonrientes. Deben de hacer un ejercicio de autodisciplina para adaptarse a una situación que no admite bromas.

CuandoMarianoRajoysonríe en público, queda un poco extraño. CuandoZapaterono sonríe, no parece exactamenteZapatero.

Creo que una parte de los españoles han empezado a convertir aZapateroen un pimpampum. Recibe golpes morales por todos lados. Lo que no sé es si ha perdido crédito porque había sonreído demasiado o porque en momentos críticos ha dejado de sonreír. ¿Le recriminan esa desaparecida sonrisa sistemática, que era su signo de identidad, como una mariposa de colores que sobrevolaba todos los problemas? ¿O tal vez otros le critican que ya no sonría como siempre, porque sus fieles descubren que se acercan peligrosamente los cazamariposas?

«Trobarem a faltar el teu somriure», se cantaba años atrás en los funerales en honor del difunto. Lo que no sé es quién heredará la sonrisa en esta hora de funeral.