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Nostalgia de títulos pasados

JOSEP MARIA POU

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Si el Viernes Santo invita al recogimiento, me recojo en el hotel, me encojo en el sofá, cojo el periódico del día y empiezo a leer sin rumbo fijo. Me detengo en la cartelera de teatros pensando en ocupar la tarde, y reparo en las tristes consecuencias de una política de austeridad llevada a sus últimas consecuencias. El teatro acumula tantas desgracias (no es que le crezcan los enanos, es que le crece hasta el IVA) que por reducir se reducen, incluso, los títulos de las funciones hasta dejarlos en la mínima expresión. ¿Será que la publicidad se paga por caracteres y esta es otra manera de ahorrar?

Juzguen ustedes mismos. Esta es una lista (nada exhaustiva, podría ser más larga) de los títulos que ofrecen esta semana algunos teatros de Madrid: Tres, Indignados, Mudos, Brokers, Lastres, Deseo, Subprime, Ceniza, Corten, Combate, Lifting, Burundanga, Hermanas, Transición, Feelgood, Edades, Sofocos, Artrisis, Marina, Recortes, Praga.

Parece aquella lista de los reyes godos, de obligado e inútil cumplimiento. No me negarán, eso sí, que son títulos certeros. Uno lee Feelgood y ya sabe (?) de que va la función. O lee Artrisis y se pone a resolver, tipo jeroglífico. O lee Recortes y huye despavorido en busca de Burundanga.

Cierro el periódico y me pongo a recordar otros títulos y otros tiempos. Títulos propios de años de abundancia. Títulos que intentaban seducir y te ponían la miel en las labios. O que querían dejar claro de qué iba la cosa para evitar posteriores reclamaciones. O que te contaban ya media función y entonces tu corrías al teatro para ver cómo terminaba la otra media.

Vean este: Persecución y asesinato de Jean Paul Marat, representados por el grupo de actores del hospital de Charenton bajo la dirección del señor de Sade. Claro, ¿no? O este otro, ¡Oh, papá, pobre papá, mamá te ha metido en el armario y a mí me dá tanta pena!, que dan ganas de salir corriendo a conocer a la mamá de marras.

La imaginación de Poncela

O este, que es, por sí solo, una oda a la incomunicación: ¡Sabes que no puedo oírte con el grifo abierto! O aquellos, geniales, de Jardiel Poncela: Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Como mejor están las rubias es con patatas. ¿Recuerdan? Otros tiempos. ¿Con más medios? ¿O con más imaginación?

Busco lo rico en lo escaso y encuentro un título de ahora mismo que me compensa de otros desmanes: Con todo lo que hacemos por ellos nosotras las madres. Y me digo que todavía hay sitio para la esperanza.