La rueda

Nostalgia anticipada de la canícula

OLGA Merino

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El día en que los termómetros se fundieron, un tertuliano recordó en alguna emisora una descripción de bochorno que escribióGarcía MárquezenCien años de soledad. Me pareció tan sublime que corrí a buscarla en el libro para volver a saborearla. Fue el día en que murió Úrsula, la mujer de José Arcadio Buendía, cuando hubo tanto calor que «los pájaros desorientados se estrellaban como perdigones contra las paredes y rompían las mallas metálicas de las ventanas para morirse en los dormitorios (…) Las amas de casa se agotaban de tanto barrer pájaros muertos, sobre todo a la hora de la siesta». Insuperable. Tanto que el lector también siente la asfixia.

En las jornadas siguientes, con las persianas atrancadas y sin aire acondicionado, me he entretenido repescando otros retratos de la calina amasados con palabras. Y así, sin método, aparecen al pasoJuan Goytisoloy la Almería neorrealista de los años 50, esparto y chumberas: «El sol se ha apoderado plenamente del paisaje y flamea en lo alto, como un chivo. No corre ni una chispa de aire. La tierra humea» (Campos de Níjar). El recuerdo desempolva también la Argelia de la ocupación francesa deEl extranjero, cuandoCamusentierra a la madre del señor Meursault: «El resplandor del cielo era insostenible (…). El sol había hecho estallar el alquitrán. Los pies se hundían en él y dejaban abierta su carne brillante». Curiosamente, en esas tres obras el calor acaba convirtiéndose en categoría moral. Soledad, angustia, subdesarrollo.

Me he dado cuenta, sin embargo, de que con este juego, con el inventario de calores escritos, estoy haciéndome trampas al solitario. Le busco pegas a la canícula, la sumerjo en una ciénaga, le achicharro el termostato, y todo porque ya se presiente en el aire y en la luz la nostalgia anticipada de tener que despedirla. El verano es un tiempo inmóvil, encharcado, y hay en él algo de inconsciencia adolescente, de alegría carnal y fugaz. Regresan el otoño, la madurez reflexiva y la realidad de granito. Con elecciones y difíciles decisiones a la vuelta de la esquina.