Nos acabará creciendo la nariz

Inés Álvarez

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Si mientes, te va a crecer la nariz". Esta es --oh, paradoja-- la mentira más recurrente con que pretendemos que nuestros hijos aún párvulos digan la verdad. Una lucha esta que nos acompañará hasta su adolescencia. Las primeras experiencias laborales se encargarán de presentarles otra realidad. La realidad.

"Nos has mentido", le recriminaban a una compungida aspirante a supermodelo en un concurso de la televisión por haber declarado 1,74 metros cuando solo medía 1,71. Aunque esa chica sabe que el centímetro de modelo --que no el peso-- está muy cotizado, y que tendrá que falsear muchos datos si quiere que le echen por lo menos un vistazo.

En muchos trabajos eteté --los únicos a los que pueden aspirar los más jóvenes-- les exigirán mentir o, al menos, no decir la verdad. ¿Qué hacen si no los teleoperadores, a quienes se les paga una miseria por marear al cliente de telefonía móvil o al consumidor de electricidad? ¿O los comerciales novatos, que, en un gesto casi casi de prestidigitadores, les cambian de compañía de gas a las ingenuas ancianitas? Mentir para sobrevivir.

Aunque nosotros --abandonen esa sonrisita de complacencia--, como clientes o usuarios, también tenemos nuestra parte de culpa en que incumplan las normas que en su día les grabamos a sangre y fuego. Por ejemplo, las del tráfico. Y si no piensen en cómo se le agradece al repartidor de pizzas que circule como una bala por la acera o en contradirección para que la cuatro estaciones no nos llegue convertida en algo así como un invierno gélido.

Por suerte, la hipocresía tampoco alarga la nariz. Si no, los chiringuitos de cirugía estética tendrían unas listas de espera que ríete tú de la Seguridad Social.