Neus Català, un roble centenario

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ROSA MASSAGUÉ

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Neus Català ha cumplido 100 años. Llegar a esta edad con la cabeza en su sitio --el cuerpo, no tanto-- tras haber pasado por la guerra civil española, la resistencia francesa, el campo de concentración nazi de Ravensbrück, y después el exilio, y no haber cejado en la lucha contra el fascismo y en la reivindicación de las víctimas del nazismo convierte a esta mujer en una auténtica superviviente.

Se han sucedido los homenajes con motivo del aniversario, el 6 de octubre. Uno de ellos, es el que le rindió Dones per la Llibertat i la Democràcia el día 20 en el Palau Macaya de Barcelona. Fue esta organización la que acompañó a Català a Ravensbrück en el 2005, cuando se cumplían 60 años de la liberación de aquel campo que el nazismo había levantado solo para mujeres, al norte de Berlín.

De aquella conmemoración salió un documental realizado por la escritora Imma Sust y Xavier Montañà. Visto ahora, diez años después con motivo del homenaje, se agolpan los recuerdos de aquel viaje que me resultó sorprendente en tantos sentidos y, sobre todo, muy emocionante.

Más allá de los aspectos ceremoniales del aniversario y de lo siniestro del lugar, la primera sorpresa fue constatar la enorme alegría con la que aquellas mujeres que habían pasado todo tipo de penalidades en el campo se abrazaban y se reían recordando pequeñas y grandes anécdotas vividas durante la reclusión, cómo las mayores vejaciones no habían conseguido deshumanizar a aquellas mujeres. Todo lo contrario.

Otro recuerdo muy vivo de aquella visita es el lago adyacente al campo lleno de flores que flotaban en memoria de todas las mujeres que habían sido arrojadas a aquellas oscuras aguas.

Hay una tercera memoria de aquel viaje y era el extraño ambiente que flotaba entre las distintas delegaciones españolas. El caso del impostor Enric Marco que se hacía pasar por superviviente de los campos de concentración estaba a punto de estallar. 

Días antes de emprender aquel viaje entrevisté a Neus en Barcelona. Muchas cosas me sorprendieron de aquella mujer, pero lo que más me llamó la atención fue la fortaleza que desprendíaMe pareció como un roble, bien enraizado en la tierra, al que nada es capaz de doblegar. Fue una primera impresión que se confirmó durante el viaje y la visita a Ravensbrück. Y después, en el modesto piso de Rubí donde vivía en el 2007 cuando preparamos un libro sobre su vida con motivo de la concesión del Premi Català de l'Any.

Ahora, aquel roble es centenario. ¡Felicidades Neus!