Ventana de socorro

Negociadores y regateadores

Atención quienes negocian ahora alcaldías y gobiernos: no vayan a dejarnos sin nada

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Érase una vez una turista en un bazar de Mauritania. Se encaprichó de una ristra de perlas del desierto, cuentas de barro esmaltadas en vivos colores que las mujeres del Sáhara fabrican a mano para engalanarse. El de la tienda pidió un precio, la señora ofreció otro, y así fueron ejecutando la pantomima del regateo. No hubo acuerdo. Si el mercader era astuto, ella lo era más. No pensaba dejarse engañar, quería las perlas al mejor precio. Se fue al hotel muy digna. Sin embargo, la belleza de las perlas y la imagen de otras mujeres luciéndolas en exóticas ceremonias no se borraba. Durante el viaje se había enamorado del país y el abalorio podía simbolizar muy bien, de vuelta en Europa, su admiración por la cultura nómada.

Total, que al otro día pidió al chófer nativo que la acompañara de nuevo a la tienda. Cedería. Pero ahora el dependiente era otro y el precio se había multiplicado. Lo que antes hubiera pagado por todo un collar, hoy lo costaba una sola cuenta. No solo no hubo negocio, es que este segundo comerciante, que era el dueño, se indignó con las pretensiones de la señora, y cuanto más insistía ella en razonar, menos deseaba él escuchar. Ya no quería vender las perlas. Ya solo quería respeto. Confundida, atribulada, la señora se marchó. Con tanto regateo iba a perder el avión.

Sin embargo, años después todavía hay noches que recuerda las perlas y en sus sueños pide permiso antes de tocarlas y luego perdón por haber subestimado el valor no solo de las piedras, sino en general del coste de la vida, los valores, la dignidad, la profesionalidad, del criterio de otro ser humano solo por ser mauritano. Lo más triste es que en casa sacó la calculadora y se percató de que, al cambio, ni en su precio más alto la artesanía hubiera alcanzado lo que gastamos en una bobada del Carrefour más cercano. Narro esto para cuantos están negociando ahora alcaldías y gobiernos en España. No vayan a dejarnos sin perlas y sin nada.