Ventana de socorro

Negociador Iceta

Salgan como salgan las cosas el domingo, el dirigente socialista será muy necesario

ÁNGELES GONZÁLEZ-SINDE

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Una de las películas españolas que más me gustaron este año es Negociador, de Borja Cobeaga. En ella, el actor Ramón Barea recrea espléndidamente a un hombre que, en reuniones secretas en Francia con un representante de ETA, trata de encontrar una solución al conflicto en nombre del Gobierno de España. Las negociaciones no llegan a buen puerto, pero, como sabemos ahora que conocemos el resultado histórico, fueron igualmente necesarias. Es una película sencilla y pequeña, pero inteligente y conmovedora. La política la hacen personas, y qué rostro tan humano el de Barea. En la política, como bien cuenta Cobeaga, cuentan también los detalles, los pequeños gestos que delatan las creencias de quien los emite, tanto o más que el ideario de su programa. Por eso prefiero la información política en la radio. En una entrevista en directo la voz nos descubre, porque su timbre y su tono y el modo en que los descodifican los oídos ajenos admiten menos mentira, menos intermediación, que nuestra expresión facial, y no digamos ya que nuestra expresión escrita, la menos espontánea y más premeditada de todas.

Pensaba en Negociador y en el personaje de Barea escuchando en la SER a Miquel Iceta. Salgan como salgan las cosas el domingo próximo, Iceta será muy necesario. Su renuncia a la agresividad, a la histeria, a la descalificación, es el único camino para el reencuentro. Su manera pausada y clara de exponer las cuestiones, sus propuestas razonadas y optimistas son tan auténticas como los bailes que tanto le echaron en cara algunos. Los pies y las caderas del señor Iceta moviéndose al compás tuvieron algo de profundamente democrático, nos recordaron que cada mitin debe ser una celebración de la gran suerte que es poder estar juntos en libertad y debatir cómo queremos gobernarnos para vivir de qué manera. Frente a los que nos meten miedo ante el futuro, me quedo con la danza llena de esperanza y alegría cívica de Iceta.