Nazis en casa

En un piso antiguo y rancio, una mujer está planchando un uniforme de las SS. Es el día 7 de octubre, el aniversario de Himmler. Cada año, en este piso con las persianas bajadas para que no entre la luz y para que los de fuera no puedan ser testigos del aquelarre nazi del interior, unos monstruos evocan el pasado y lo veneran. Son tres hermanos. Otra mujer, en una silla de ruedas, es un testimonio casi mudo, aprisionada en esta familia intoxicada por el odio que celebra que Himmler impidió que se edificara una fábrica de gases tóxicos frente a su casa. El hermano, excomandante jefe de un campo de concentración, que se escondió tras la guerra y resucitó como juez honorable, ahora se jubila de su cargo, presidente de la Audiencia. El 7 de octubre, el universo de estos «hermanos afectados por el virus de la mutación actual del nazismo, enclaustrados en una existencia familiar falsificada», se transforma en un esperpéntico baile de fantasmas. «Ten paciencia», dice Rudolf Höller, el hermano, «se acerca el día en que podremos volver a mostrarlo».

Este es el resumen de 'Davant la jubilació', la tragedia de Thomas Bernhard que hoy se estrena en el Lliure. Krystian Lupa la dirige, por primera vez con actores catalanes. El resultado es fascinante. Se mascan el silencio y el terror, se percibe el antiguo olor de la abyección, la metáfora hiela el corazón. «Se respira el odio», dice Lupa, «el miedo y la imposibilidad de ser feliz».