OPINIÓN
Navarro: una retirada desapacible
La rueda de prensa dejó una sensación desapacible y Navarro, con el orgullo herido, no quiso disimular el mal trago de su despedida forzada
Albert Guasch
Periodista
Albert Guasch
Nunca debe ser fácil para un deportista de élite encontrar el momento de retirarse. Las lágrimas abundan en esos actos en que se anuncia en público tan amargo paso. Dejó dicho Abdul Jabbar que el deportista es el único animal que se muere dos veces. Y Epi explicó en alguna ocasión que no hay día más amargo en la vida de un atleta que aquel en que cuelga el hábito, porque sabe que a partir de entonces su existencia va a ser peor.
En este sentido, la rueda de prensa de Juan Carlos Navarro dejó una sensación sumamente desapacible. Navarro, con el orgullo herido, no quiso disimular el mal trago. Empleó un tono más resignado que convencido. Aceptó su destino sin confrontaciones pero sin rehuir la verdad. Quería jugar un año más, creía que tenía ese compromiso, pero sus deseos se estrellaron y se hicieron papilla contra las cambiantes razones de club.
“Ha sido el verano más complicado de mi vida”. “Molesta acabar así”. “Me hubiera gustado acabar de otra forma”. Y unas cuantas frases de semejante melancolía resonaron por el Auditori ante una platea que estaba de su lado: los amigos de la cancha, los Gasol, Rubio, Grimau y demás, que se pusieron rápidamente en pie para darle calor en su infeliz despedida.
Ser útil
También estaban esos directivos que le han cortado la carrera. No debe ser fácil decirle a una superestrella como Navarro que tiene que hacerse a un lado. Un trago amargo, sin duda. Pero para siempre quedará la sensación de que este adiós podía haberse abordado de otra manera. No porque lo diga un columnista o un tuitero popular, sino porque lo dice el propio jugador. Es Navarro, la leyenda, no un norteamericano de ida y vuelta.
El club, sin duda, le homenajeará ahora como se merece. Un conmovedor documental, un colorista acto en el Palau, la camiseta retirada… Estas cosas de la emotividad las toca bien. Y Navarro llorará aún más. Secadas las lágrimas, tendrá que encontrar la forma de ser útil. Al club, a sí mismo... Es el gran reto de las superestrellas en su vida posterior. Tampoco es fácil.
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