Análisis

Narcos y populares

El PP solamente rompió con los contrabandistas cuando la evidencia de que ya no traficaban con tabaco sino con cocaína se hizo incontestable

FARIÑA

FARIÑA / periodico

Antón Losada

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Cuenta la leyenda que los viejos contrabandistas de tabaco gallegos, que habían hecho su fortuna pasando cartones de Winston «de batea», nunca vieron claro ceder sus redes para el trafico de hachís por miedo a la condena social; que fueron su proveedores de tabaco holandeses quienes les obligaron bajo la amenaza de cortar el suministro. La ambición de la segunda generación reconvertida en narcos y el diluvio de dinero que trajo la cocaína hicieron el resto. 

Los viejos contrabandistas como Vicente Otero, Terito, eran amigos personales de Manuel Fraga. Fueron personajes claves en la implantación de Alianza Popular como organización omnipresente en Galicia. Suministraban dinero, militantes y votos. El Partido Popular solamente rompió con ellos cuando la evidencia de que ya no traficaban con tabaco sino con cocaína se hizo incontestable y la simpatía que despertaban los traficantes de tabaco se transformó en rechazo civil. Lo hizo lentamente y tratando de salvar, siempre que podía, las cuantiosas donaciones que sus empresas fantasmas siempre han procurado proveer; hoy, cuando una tercera generación de narcos más discretos y profesionales maneja el negocio, también. El todoterreno de las fotografías de Marcial Dorado y Núñez Feijóo aparecía ese mismo año en un reportaje sobre los capos gallegos emitido por 'Informe semanal'. Los periodistas de TVE sí sabían quién era y a qué se dedicada Dorado, el presidente de la Xunta insiste en que lo ignoraba; era el único gallego que no lo sabía. 

Los narcos gallegos suelen representarse con un tipismo cansino. Como si aquel Xan das Bolas que encarnaba el tópico gallego con Franco se dedicase ahora a la venta de crack. Personajes como Sito Miñanco o Laureano Oubiña propulsaron el espectáculo que dirigió como nadie el primer juez estrella, Baltasar Garzón. Aunque los arquitectos de la conexión colombiana hablasen en perfecto castellano, tuvieran formación universitaria o fueran hombres de negocios y supiesen de sobra que los panameños no eran una orquesta de verbena. 

Alcaldes de Alianza Popular

Fueron prohombres como Pablo Vioque, abogado cacereño, secretario de la cámara de comercio de Vilagarcía y fundador de la Alianza Popular local; los primos Vilas, Luis y José Manuel, vicepresidente y tesorero de la misma seminal cámara de comercio, destacados militantes del Partido Popular y balaceados por sicarios colombianos; o el mismo Marcial Dorado, emprendedor de éxito, blanqueador masivo y muy discreto traficante. 

La lista de alcaldes de Alianza Popular relacionados con el negocio de la droga, padrinos de destacadas figuras en el PP de hoy, tampoco se queda corta: desde el mítico Nené Barral, durante 20 años alcalde del municipio de Ribadumia, donde se alza el castillo donde el presidente Mariano Rajoy inicia todos los años su curso político, a Manuel Díaz Ligero, alcalde de la fronteriza A Guarda y amigo personal de Fraga, pasando por el tránsfuga Alfredo Bea Gondar. 

Hay un nombre que siempre estuvo enfrente: Rajoy; lo dice Carmen Avendaño, presidenta de madres contra la droga; sabe de qué habla.