Muy grande

Conocer a Flavià era quererle, era un bombero de urgencia para paliar el dolor a cañonazos de risa

MANEL FUENTES

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Estábamos trabajando en un documental. No quería dejar pasar la ocasión de desafiar de nuevo al miedo y ponerle una sonrisa a la derrota que venía. Tenía que ser un monólogo con interpelaciones de sus amigos de aquí. Jaume Sisa, el pare Manel, las otras viudas de Rubianes, los asiduos a la Cova Fumada, sus amigos del Dómino, los del Natació Barcelona, los del fútbol sala, Zeleste, Nitsa, Raval...y por supuesto Lucila y su perro 'Google'.

El monólogo central era brutal y arrancaba con el diagnóstico. No os cuento más porque estoy seguro que recopilando textos y notas, unos cuantos haremos que sus reflexiones vean la luz. Y eso va a ser una ayuda para muchos y una terapia contra el dolor para todos.

Risaterapia. Así se llamaba su empresa y así creo que afrontaba el oficio. Él era un bombero de urgencia para paliar el dolor a cañonazos de risa. No había temas tabús. A veces no había ni la distancia prudencial con la tragedia que ya le endosaba una vacuna de comedia. Sin tacticismo. Sin red. Enorme.

Conocerle era quererle, pero esquivo a la sensiblería y desproporcionado en todo como era, no lo ponía fácil de entrada. Muchos se lo perdieron. Otros se asustaron demasiado rápido, pero todos los que le hemos compartido sabemos que se ha ido alguien inmenso. Alguien que rompió el molde. Inclasificable. Bestial.

Capaz de sacarte una sonrisa ante tu peor desgracia. Capaz de revisar la Biblia en 'El evangelio según Flavià' y sacar líneas de humor nuevas del texto más recurrente.Capaz de escuchar a Rubianes contar su mal pronóstico, y pedirle inmediatamente 5.000 euros a devolver en dos años, Flavià era capaz de todo.

SIEMPRE JUNTOS

Capaz de echar el telón cuando no tocaba en un concierto de Serrat; de sacar a pasear a su perro 'Baghira' con el cinturón del albornoz por no encontrar correa; de ser cura y de dejarlo; de ser mánager y artista; inseparable de Lucila y a la vez viuda de Rubianes; perico y culé; tertuliano y monologuista. Inclasificable e incómodo para algunos, me enamoré de él des del primer día. Fue en la puerta del Nitsa en una fiesta que organizaba Rubianes a la que me invitó Martí, sobrino de Joan Lluís Bozzo, y luego viéndolo actuar en la bodega Bohemia. No hizo falta más. Quería tener siempre cerca de ese hombre tan desmedidamente grande. Y así se lo pedí. Y así ha sido…hasta hoy.

Siempre estuvimos juntos en la radio en contra de la opinión de algún director a quién seguramente no le gustaban ni los problemas ni la vida. Porque eso es lo que prometía Flavià: mirar a la vida de frente y ponerle una mueca burlona. Y el último problema que presenta siempre la vida es el que también ha afrontado con nota Carles Flavià. Le gustaba decir que no tenía tiempo de pensar en Bergman porque antes tenía varias pequeñas molestias de las que ocuparse.Ahora estará de fiesta con sus amigos de allí. Rubianes, Bethoven y compañía ya están descorchando botellas mientras Gato Pérez canta 'Ebrios de Soledad'.

“Ebrios de soledad, los amigos de siempre se alejan y se pierden para volverse a encontrar, en el mismo lugar en sublime armonía compartiendo emociones, en posición vertical”. Flavià estará bien, pero aquí esta mañana,he notado un gran vacío. Algo enorme que ya no está. Un hueco en el pecho como si del cráter de un meteorito se tratara. Algo bestial. Inmenso. Inclasificable. Descomunal. Uno de mis mejores amigos se ha ido. Y al recordarlo hay lágrimas. Y risas. La vida. Tal cual.