El Museu del Còmic

Ya lo decíaPeret:es preferible reír que llorar. Por eso me entra la risa cada año por estas fechas, cuando, coincidiendo con la celebración del Salón del Cómic, salta de nuevo a la palestra ese supuesto museo de la historieta del que llevamos hablando desde los tiempos, ya lejanos, en queFerran Mascarellintentaba hacernos creer, con bastante éxito, que era un intelectual de izquierdas y lo más parecido aJack Langque teníamos por aquí. Ya en esa época, al bueno deFerran le importaba un rábano el Museu del Còmic, pero ahora que se ha hecho independentista y palmero mayor deArtur Mas,la cosa se la suda que da gusto.

Y es que poco rendimiento patriótico se le puede sacar. Catalunya ha sido tradicionalmente la fábrica de la historieta española, pero el grueso de la producción -por imposición, comercialidad o lo que quieran- está en la lengua del opresor, por lo que resulta muy difícil aplicarle el término 'nacional'... A no ser que por 'nacional' se entienda 'español', se requiera la colaboración del Ministerio de Cultura y se considere el supuesto museo un equipamiento cultural español instalado en Barcelona (o Badalona). O sea, lo que el Musée de la Bande Dessinnée de Angulema es a Francia. Y para eso no hay la más mínima voluntad: mejor gastárselo todo en las ruinas del Born, que sí se prestan al rendimiento emocional.

Tampoco hay la menor intención de crear el Museu de la Fotografia, pese a que Catalunya ha dado artistas formidables en ese campo a lo largo del siglo XX. La historieta y la fotografía son dos señas de identidad de nuestra querida ciudad, pero resultan difícilmente manipulables a nivel nacionalista. De ahí que no sean prioritarias para nuestros gobiernillos de quiero-y-no-puedo: antes se creará una institución para mostrar la colección de chapas de tapones de cava deCarod-Rovira que el Museu del Còmic. Y mira que con la colección de mi amigoJoan Navarrose podrían llenar no uno, sino dos museos... En fin, a ver con qué excusa se descuelgaMascarell el año que viene.