La carrera a la Casa Blanca

El mundo según Trump

El singular político confunde retórica con estrategia, que es como confundir astrología y astronomía

OPINION LEONARD BEARD

OPINION LEONARD BEARD / periodico

PERE VILANOVA

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Hace unos días, Donald Trump hizo un discurso en el Center for National Interest dirigido al 'establishment' de Washington, y el acontecimiento, lógicamente, creó grandes expectativas. Se trataba de presentar a la élite de la capital la política exterior de Trump a partir de su visión del lugar de América en el mundo. Pues bien, la primera cosa de la que tomaron nota los corresponsales más experimentados fue que esta vez Trump leyó al pie de la letra su discurso en un 'prompter', esa pantalla más o menos visible que acompaña a los presentadores de televisión. Traducido, esto significaba que sus asesores no le iban a permitir ningún exabrupto, ninguna salida de tono contra las mujeres, los hispanos, ni sus variadas fobias.

Cabe notar también que el centro que le invitó publica una revista, 'The National Interest', que se hizo famosa en 1989 cuando un desconocido <b>Francis Fukuyama</b> publicó un artículo titulado 'El fin de la Historia'. Con todo, en los días siguientes un viento de nerviosismo recorrió la capital federal. Miembros del Departamento de Estado, prestigiosos 'think tanks', pesos pesados de los dos principales partidos e incluso algunos militares retirados expresaron su preocupación. ¿Qué dijo Trump? Lo más preocupante es que no dijo nada. O sería más justo decir que dijo muchas cosas pero no dijo nada de cómo las haría.

LA GRANDEZA DE AMÉRICA

Dijo cosas como que había llegado la hora de devolver a América su grandeza, que había que sacudir el moho a la política exterior, que la generación anterior había derrotado a los nazis e imperialistas… japoneses, y que él haría como el presidente Reagan cuando le dijo a Gorbachov: «Derribe este muro» (referido al de Berlín). Afirmó con rotundidad que toda la política exterior de Estados Unidos «desde el fin de la guerra fría» había sido un desastre tras otro, pero solo mencionó por sus nombres a Clinton y Obama. Es como si, misteriosamente, las dos legislaturas de Bush no hubieran existido… Esta política exterior «sin visión, sin propósito, sin dirección», tiene según Trump cinco grandes debilidades.

La primera: estamos sin recursos porque Obama ha debilitado nuestra fuerza militar porque ha debilitado nuestra economía. Deuda masiva (¿heredada de Bush?; no lo precisó), enorme déficit comercial y política de «fronteras abiertas». Estamos reconstruyendo países mientras debilitamos el nuestro y, atención, «soy el único, creedme, soy el único que puede arreglar todo esto».

Segundo: nuestros aliados no contribuyen, y esos países, o gastan más en defensa o tendrán que pagar su propia seguridad. Tercero: tenemos un presidente a quien no le gustan nuestros aliados y favorece a nuestros enemigos, algo que «no se ha visto nunca antes en la historia de nuestro país». El trato con Irán ha sido una humillación para EEUU. Ha despreciado a Israel, en Egipto ayudó a derribar un régimen amigo y ayudó a que los Hermanos Musulmanes tomasen el poder. Obama ha tratado a Irán con tierno amor y cuidado y lo ha convertido en una gran potencia. De entre las mejores frases: «El presidente fue a Dinamarca a conseguir los Juegos Olímpicos para EEUU y después de un esfuerzo sin precedentes quedamos… ¡cuartos! ¡Cuartos! Nos han perdido el respeto».

REFUGIADOS E INMIGRANTES

Obama se niega a usar expresiones como «islam radical» a la vez que presiona para que más y más refugiados vengan a nuestro país, y hay cantidad de inmigrantes dentro de nuestras fronteras acusados de terrorismo, mientras que por culpa de Hillary Clinton, responsable de la muerte de nuestro embajador en Bengasi, en Libia, el ISIS gana millones y millones de dólares cada semana vendiendo petróleo libio. Alguna conclusión puntual: vamos a salirnos del negocio de construir naciones y vamos a crear estabilidad en el mundo. Pero después da otro salto: «Tengo para el ISIS un mensaje claro: sus días están contados. Y por ello hemos de ser una nación impredecible».

Tocó el turno luego a la economía, y aquí el mensaje fue claro: «China continúa sus ataques contra los empleos de trabajo en EEUU. Hemos de poner a América en primer lugar, y usar nuestra superioridad tecnológica: impresoras en 3D, inteligencia artificial y guerra cibernética». Fue interrumpido por los aplausos en 29 ocasiones. Por si fuera poco, en sus primeras declaraciones en días posteriores declaró que China está violando a EEUU y que eso se va a acabar.

Todas las citas son literales, y Trump aporta intenciones, eleva el tono, no da ninguna cifra (habla de «gran déficit», de «millones y millones de dólares» gastados), no sustenta sus invectivas a diestro y siniestro, y sobre todo confunde retórica con estrategia, que es como confundir la astrología con la astronomía. La incógnita es cómo ha llegado hasta aquí, a un paso de la nominación como candidato republicano en las próximas elecciones presidenciales.