ANÁLISIS DEL BOMBAZO DE HONDA

Pues sí, el día más feliz de Jorge Lorenzo

Jorge Lorenzo, en Mugello, el pasado domingo tras ganar a lo grande con su Ducati.

Jorge Lorenzo, en Mugello, el pasado domingo tras ganar a lo grande con su Ducati. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Ahora se entiende todo. Ahora cuadra todo. ¿A qué venía que Jorge Lorenzo, de 31 años, 18 temporadas en el  Mundial de motociclismo, 274 grandes premios, 66 victorias, 149 podios, 65 ‘poles positions’, 35 vueltas rápidas y cinco títulos mundiales, tres de ellos de la máxima categoría, exclamase nada más bajar del podio de Mugello que había sido “el más grande de su vida”?

Ahora se entiende. Ahora cuadra todo. Acababa de firmar el contrato que lo convertía en el piloto más privilegiado de la parrilla de MotoGP. Acababa de convertirse en el inquilino de la otra parte del box del campeonísimo del mundo Marc Márquez. Le habían concedido el privilegio de pilotar la que es, en estos momentos y a lo largo de los últimos años, la mejor moto, el corcel ganador de cuatro de los últimos cinco títulos mundiales. Cierto, en manos del ‘nen de Cervera’, pero lo es y, a partir del próximo año, será su moto.

Ganar y abofetear a Ducati

Pero esa felicidad no procedía solo de esa conquista, no. Esa felicidad venía de que acababa de asestar un duro bofetón en el rostro del italiano Claudio Domenicali, jefazo de Ducati, que había dudado de él, pasando por encima del equipo de carreras, que sí sabía que Lorenzo resurgiría de un momento a otro. Y lo hizo ante 90.310 ‘tifosi’, que se habían citado en Mugello, para ver ganar a Valentino Rossi o, en el peor de los casos, a Andrea Dovizioso. Y, de pronto, vieron cómo el hombre más fino del campeonato dominaba, con mano de hierro, al potro salvaje en el que se había convertido para él la Ducati ‘Desmosedici’.

Dicen que Honda ha terminado fichando a Lorenzo porque no había otro. Pésima lectura. Si Honda hubiese querido, hubiera puesto encima de la mesa el dinero que fuese, el que fuera, y hubiera firmado al piloto que le hubiese venido en gana. Pero, en el caso de Lorenzo, se gastará una tercera parte (cuatro millones de euros) de lo que cobra ahora el tricampeón mallorquín (12,5 millones de euros). Para Honda, el piloto no es lo más importante. Honda ha fichado a un ganador porque necesita que su moto esté por encima del piloto. Precisa que Lorenzo gane un título con ellos para demostrar, como ha quedado patente desde que Márquez llegó a MotoGP (2013), que es Marc quien gana y no la moto.

¿Los Prost-Senna de las motos?

Honda también quiere poseer, en respuesta a YamahaSuzukiDucati y KTM, la mejor pareja posible. Y la tiene. Otra cosa será la dificultad que tiene manejar un box con dos pilotos tan extraordinarios y, sobre todo, de características tan distintas. Alberto Puig ejercerá de Ron Dennis en aquel equipo McLaren (1988-89) donde Alain Prost y Ayrton Senna acabaron tirándose los volantes a la cabeza. O aquel ‘team’ de MV Augusta, en 1973, donde el dominio de Giacomo Agostini fue cuestionado por Phil Read. O aquella escudería de Yamaha, en 1990, cuando Eddie Lawson regresó junto al portentoso Wayne Rainey.

Honda ha logrado, en efecto, unir en un mismo box a dos auténticos fenómenos pero, también, a dos pilotos con estilos muy diferentes. No será fácil, no, encontrar una moto a nivel de chasis, estabilidad, prestaciones, motor, frenada, curva, aceleración, aerodinámica y demás que funcione para sus dos estrellas. Y es evidente que, como poco la moto del año que viene, se está diseñando, dibujando y construyendo bajo las indicaciones de Márquez y su ingeniero Santiago Hernández.

Una operación comercial extraordinaria

No hay duda de que el Mundial se mueve a unos niveles de profesionalidad donde, probablemente, estos son los problemas menores con los que la mejor fábrica del mundo de motos se puede encontrar. Nadie, en estos momentos, sea carambola o no, duda de la gran maniobra de Honda ¡nadie! Ni siquiera Márquez, que podría ser el más afectado y muestra una sonrisa de oreja a oreja porque se la firma alada, que acaba de renovarle por dos temporadas, le ha hecho caso: ha colocado en el otro lado de su box a uno de los mejores pilotos (y más veloces) de la historia.

Ya ni les cuento lo que supone tanto para Honda como para su patrocinador principal, la petrolera española Repsol, construir un equipo de ese nivel. Ya me imagino a Márquez y Lorenzo esperando que se encienda el semáforo verde de Paseo de Gracia-Aragón, montados en sendas Honda SH-300, “la moto más ciudadana del mundo”, diría el anuncio. O a Marc poniéndole gasolina a un Honda Civic en una gasolinera Repsol y, al lado, a Lorenzo mirándole el nivel del aceite a otro usuario.

De lo que no cabe duda es de que tanto Márquez, jugando limpio, dejando libertad plena a Honda para elegir (no hizo eso, no, Valentino Rossi, cuando le encantaba que Colin Edwards no le incordiase demasiado desde el otro lado de su box) y aceptando el piloto, el campeón, que la escuderia escogiese, como Lorenzo, metiéndose en la boca del lobo y asumiento el reto de pelear con el mejor piloto del momento con sus mismas armas, han demostrado ser, lo que son, dos auténticos campeones.