Investigar bajo presión

Mujeres haciendo tesis

Todas acaban por inventar soluciones creativas, insospechadas, a menudo improvisadas e incluso brillantes

Imagen de un laboratorio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Imagen de un laboratorio del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). / periodico

ANNA PAGÈS

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Últimamente, por circunstancias académicas diversas, mantengo un contacto continuado con profesoras universitarias cerca de la cuarentena -con hijos en edad escolar y padres de cierta edad- haciendo tesis doctorales. El proceso de realización de un trabajo de estas características, con la exigencia metodológica, la dedicación y la intensa actividad intelectual que requiere, se debe compaginar necesariamente con un conjunto de situaciones de vida cotidiana nada fácil para ellas.

Estas mujeres deben entretejer una serie de tareas múltiples de relación y de cuidado de los demás con un tiempo de concentración y dedicación del que no siempre disponen. Sin embargo, y de manera sorprendente, acaban por inventar soluciones creativas, insospechadas, a menudo improvisadas e incluso brillantes, para hacer frente a la responsabilidad de una investigación combinada con el cuidado de hijos haciendo deberes, madres y padres mayores o con hora en el médico y maridos con jornadas laborales interminables.

TIEMPO DE CONCENTRACIÓN INTELECTUAL

Soy testigo de estas circunstancias y me hago algunas preguntas más allá de la ineludible reivindicación de igualdad de derechos. ¿Por qué es tan difícil que las mujeres dispongan de un tiempo de concentración intelectual? ¿Cómo es que la actividad creativa, por ejemplo en el sentido de la producción escrita que supone un cierto aislamiento y soledad, resulta provisionalmente tan foránea al resto de miembros de la familia?

Estas mujeres -por supuesto no todas, siempre hay excepciones- relatan toda una aventura, un 'proceso' por el que, poco a poco y progresivamente, el resto de la familia va entendiendo que hay un objeto de interés o de deseo que rebasa su simple existencia o presencia. La madre grande con problemas cardiacos se pregunta "por qué ya no salimos a pasear" dos veces por semana. Los hijos quedan estupefactos cuando, de repente, alguien no está del todo disponible para una demanda concreta (la bolsa de deporte, los partidos, la cena, los deberes).

LOS MARIDOS

Y los maridos. Ah, ¡los maridos son algo extraordinario! ¿Puede haber algo más interesante que los maridos? Cuántas veces la perplejidad se abre paso en una experiencia frágil y delicada por la que la pareja, siempre a punto con una sonrisa en los labios, de repente dispone de un espacio mental donde nadie puede entrar. Por eso "opinan", mejor dicho, se atreven a menudo a dar una opinión como si la tesis, finalmente, fuera algo tan evidente que no hay que dedicarle tanto tiempo, energías, dolores de cabeza o malhumores.

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Afortunadamente y si todo va bien, esto solo dura un cierto tiempo. Si, en cambio, todo anda más bien mal, pasan otras cosas que no trataremos aquí. Por suerte y en la mayoría de los casos, los que aman y dependen afectivamente de una mujer hija-esposa-madre y doctoranda, acaban por concluir que es mejor el apoyo amoroso y la paciencia más sutil para contribuir a la empresa de elaboración de una tesis. Es preferible que el centro nuclear, el punto de equilibrio de la dinámica familiar, acabe por realizarse también intelectualmente. Todo el mundo sabe que, a fin de cuentas, las tesis también pasarán.