El papá revolucionario

Temido, idolatrado, admirado u odiado, la figura de Fidel ha tenido una híper presencia en los sueños inacabados de todos los revolucionarios

Fidel Castro, durante un desfile en julio del 2006.

Fidel Castro, durante un desfile en julio del 2006. / periodico

CARLOS CARNICERO URABAYEN

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Fidel Castro, incombustible revolucionario, una suerte de papá de los cubanos, de los que le han idolatrado y de los que le han odiado, ya había muerto varias veces. El 16 de diciembre de 1956, el diario 'Prensa Libre' informaba en primera página sobre su abatimiento junto a otros 38 insurgentes en el Golfo de Guacanayabo. La CIA ideó cientos de planes para asesinarlo y los rumores sobre su paso al otro mundo – como cuando hace diez años tuvo una gravísima infección intestinal que le obligó a ceder el testigo a su hermano-  han sido constantes. Pero a 98 millas de las costas de la Florida, tras el paso de 11 presidentes por la Casa Blanca, solo el propio agotamiento de sus órganos le ha apartado para siempre, ahora sí, a sus 90 años.

La escenografía que ha rodeado a Raúl Castro para dar cuenta al pueblo cubano y al mundo de la muerte de su hermano – vestido de verde oliva, frente a trasnochadas paredes de madera y bajo el retrato en blanco y negro de José Martí -  evoca el tiempo  pasado al que perteneció el mayor de los Castro. El siglo XX se termina un poco más con la despedida de una de sus figuras más emblemáticas. Fidel se marcha pero se queda, como lo hacen los personajes legendarios que con sus días de luz y de tinieblas, permanecen en los libros, las novelas y las cintas de vídeo. 

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Temido, idolatrado, admirado u odiado, la figura de Fidel Castro ha tenido una híper presencia en los sueños inacabados de los revolucionarios de todo el mundo pero sobre todo en las generaciones de cubanos que han crecido en la Cuba comunista. Siempre presente en las conversaciones, los murales de las calles y las canciones populares. Cualquier 'conversación improcedente', en una salita tomando café o bajo el sol en la playa, podría llegar a los oídos del líder, cuya vida siempre estuvo rodeada de mito y misterio.

INCAPACIDAD DE GESTIÓN

No se sabía dónde vivía porque sus cambios de residencia constantes – para evitar ponérselo fácil a la CIA, se decía – despistaban a todos los habaneros. La bellísima e imponente 5ª Avenida, rodeada de palmeras y embajadas, sigue dispuesta para que al pasar el comandante en jefe  -siempre en un convoy de Mercedes negros, sin certezas sobre el elegido para transportar al comandante – la vía principal tenga preferencia al entrar en las rotondas.  

En la carta de despedida a Fidel Castro, el 1 de abril de 1965, el Che Guevara, decidido a abandonar el poder para seguir la lucha armada, dejó escrito: “en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera)”. Fiel a sus palabras, murió con el fusil al hombro en la selva boliviana. La revolución cubana se fue consumiendo poco a poco conforme las utopías crujieron frente a realidades adversas, desde el bloqueo económico del gigante vecino norteamericano, hasta la caída de la Unión Soviética y el final de los años dorados del gran aliado Hugo Chávez, con una creciente constatación: la propia incapacidad para gestionar la economía de forma eficiente. ¿Sobrevivirá la Cuba socialista del siglo XX a la muerte de su gran líder?