LA GESTIÓN POLÍTICA

Muchachos, paz y amor

Confieso que nuestra generación ha fracasado estrepitosamente en la gestión política del país

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JULI CAPELLA

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Decía Maurois: "Es preciso que los jóvenes sean injustos con los hombres maduros. Si no, les imitarían y no se adelantaría". Me dirijo a ti que tienes menos de 30 años. Sí, ya sé que no lees el periódico. Y mucho menos mi columna. Pero es que no sabría decírtelo a base de tuits. Confieso que nuestra generación ha fracasado estrepitosamente en la gestión política del país. Nos merecemos a quien nos manda. Y sinceramente, son nuestro fiel reflejo.

Hemos ido forjando una sociedad bastante egoísta, conformista e individualista. Eso sí, salpicada de chispas de bondad esperanzadora, que difícilmente cuajan. Hemos fracasado porque el objetivo de legaros una sociedad mejor hace aguas. Parecía que algo habíamos logrado, pero poco a poco se ha ido desmoronando. Ya veis que nuestros dirigentes son bastante limitados y orgullosos. Solo se hace político profesional alguien con afán de poder. Y cuando lo acumulan, degeneran. Con algunas excepciones que confirman la regla.

A nosotros nos tocó correr delante de los grises para dejaros una sociedad mejor. Estábamos convencidos de que a partir de entonces solo podríamos progresar. Tener cada vez más libertad, derechos y bienestar colectivo. Pero los de mi quinta nos hemos ido acomodando, rapiñando todo lo posible. Ahora debería decir que la esperanza sois vosotros, es lo que siento cuando os veo tan motivados. Pero el sistema es implacable, ojalá no os acabe engullendo.

Confianza en el relevo

Tal vez haya un camino para vivir con dignidad, tenga uno la edad que tenga. Aumentar la consciencia propia. Abrazar la política apartándose de los políticos y sus putrefactos partidos. Pasar de consignas e idearios. Construir tu genuina independencia. Y descartar la violencia física y mental, por pequeña que sea, que tanto embrutece. Hay una herramienta para vivir sin amargura. Es el amor atómico. Usar el humor y el corazón –ni las vísceras ni la cabeza– para tomar cada decisión importante. 

Seguro que mi discurso te suena obsoleto. Por eso confío en tu relevo. Mucha suerte.