NÓMADAS Y VIAJANTES

Morandi y Salvini, metáforas de la decadencia

Lo incomprensible es que Salvini ha robado el protagonismo a Luigi di Maio, líder del M5S, y al presunto primer ministro, Giuseeppe Conte. Solo se habla de él. Ha conseguido llevar el debate a su terreno.

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Ramón Lobo

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Los críticos de Matteo Salvini le cantan 'Bella Ciao', la gran canción italiana de la resistencia contra el fascismo y el nazismo. No es un insulto, en su caso le sitúa en el contexto histórico que le corresponde. En una reciente visita al mercado milanés de la calle Giovanni Ambrogio de Predis, Salvini comentó al escucharla: “Es una canción del repertorio soviético”. Hablamos del actual ministro del Interior de Italia, enemigo declarado de los migrantes. Tiene 45 años, estudió Ciencia Histórica. Nunca se graduó.

Aunque no hay consenso sobre la paternidad de la cita, lo importante es su vigencia: “El pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla”. Sirve también para las Europas desmemoriadas.

Salvini es el capo de la Liga, un partido xenófobo y antieuropeo, que ha hecho de la antimigración su bandera política. Es el autor del cierre de los puertos italianos, sin importar si provoca pérdida de vidas humanas.

Su presencia en el Gobierno se debe al pacto postelectoral alcanzado entre su formación -5,6 millones de votos; 17,35%- y el Movimiento 5 Estrellas (M5S) -10,7 millones de votos; 32,38%-, presunto ganador de las elecciones de marzo. El M5S ha recogido el voto de la Italia cabreada por una crisis que se ha cebado en las clases medias y obreras.

Lo incomprensible es que Salvini ha robado el protagonismo a Luigi di Maio, líder del M5S, y al presunto primer ministro, Giuseeppe Conte. Solo se habla de él. Ha conseguido llevar el debate a su terreno.

Buscar el rédito

El hundimiento del puente Morandi en Génova, que ha causado decenas de muertos (aún quedan bajo los escombros) es una tragedia. Primero, para las víctimas y sus familiares; después, para la imagen de una Italia moderna y eficaz. Salvini no dejó pasar la ocasión para hacer lo que mejor se le da, mentir, buscar el rédito personal a cualquier precio. El omnipresente ministro de Interior culpó a la UE, por los límites del déficit. Bruselas le recordó que tiene 2.500 millones para las infraestructuras.

Pese a la pobreza de sus argumentos tiene 5,6 millones de votos, más los del M5S que no se han echado a la calle para exigir su dimisión. Son la expresión de que algo huele a podrido en Italia. El derrumbe del puente de Riccardo Morandi es la metáfora de un país en deconstrucción física y ética.

Lo que se tenía como una obra cumbre de la ingeniería italiana en el desarrollismo de los años sesenta, era en realidad una pifia. No solo es el cansancio de algunos materiales, denunciado hace dos años, sino los defectos en el diseño. Nada que ver la UE. Un puente bien construido no se cae.

Un romano me dijo para ayudarme a entender: “Italia es un caos que funciona; Grecia [la otra cuna de nuestra civilización] es un caos que no funciona”. La misma persona me recomendó que en el caso de sufrir algún accidente y mantenerme consciente dijera, “¡rápido, al aeropuerto!”. Lo esencial era no entrar en el laberíntico sistema italiano de salud (que al parecer es la parte del caos que funciona que menos funciona).

Al periodista Íñigo Domínguez, gran conocedor de Italia, le encanta Ennio Flaiano, guionista del 'Ocho y medio' de Fellini, y rey del aforismo. Destaco tres sublimes sobre su país: “La situación es grave pero no seria”; “En Italia nunca habrá una revolución porque nos conocemos todos” y “el italiano tiene un solo verdadero enemigo: el árbitro de los partidos de fútbol, porque emite un juicio”.

Tópicos y clichés

Italia resulta simpática, como Brasil. Por alguna razón, hay países que caen bien y otros que caen mal. En España siempre nos hemos dividido entre la fobia a Francia o a la pérfida Albión. Nos movemos en unos tiempos acelerados en los que los viejos tópicos y clichés se convierten en hechos probados, y los hechos probados en 'fake news'. En ese terreno brotan los Salvinis y compañía.

Italia resucitará. Ya alumbró el imperio romano y el Renacimiento. Es cierto que toda brillantez arrastra su letra pequeña: el fascismo de Mussolini y sus imitadores actuales, las mafias en todos sus apellidos, sean sicilianas, napolitanas o calabresas, el catenaccio, la televisión basura, y el cristianismo oscurantista de los primeros años que tan bien reflejó 'Juego de Tronos' en el personaje de Gorrión Supremo.

El ambiente general en Europa y EEUU no favorece una pronta regeneración. Campan los Trump, que más que un dictador en ciernes parece un Nerón dispuesto a incendiar cualquier país, incluso el suyo. Hay otras dos citas de Flaiano que pueden ser útiles para apuntar el pesimismo: “en toda minoría inteligente hay una mayoría de imbéciles” y “la estupidez de los demás me fascina, pero prefiero la mía”.