Monumentos (III)

Puestos a aceptar un regalo de Samaranch insultando al donante por franquista, el Ayuntamiento debería plantearse qué hacer con el legado de Cambó

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JOAN OLLÉ

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Hace cuatro días, mientras el PSOE se iba al garetePSOE y el Parlament jugaba a irse de EspañaParlamentColau, Pisarello y compañía procuraban, para no ser menos excéntricos,  hacerse un hueco en los medios poniendo de cara a la pared a una estatuilla de bronce,  obra del ‘santandreuenc’ Joan Mora, que Juan Antonio Samaranch donó al Ayuntamiento de Barcelona:Joan MoraJuan Antonio SamaranchAyuntamiento de Barcelona una bolsa deportiva con una antorcha apagada, para no quemar la bolsa.

Se dice que a caballo regalado no le mires el dentado, pero los ‘odontólogos comunes’ han detectado una alarmante caries en su heredado patrimonio. Y hay que extirparla. Es de desagradecidos no aceptar un regalo, y aún más cuando la experiencia nos enseña que los poderosos suelen  robar y nunca  dar.  El espinoso asunto se ha resuelto, de acuerdo con el cabreado escultor,  borrando el nombre del mecenas.

Samaranch fue un franquista confeso -como Verstrynge- que participó muy activamente en alejar a Barcelona de la ciudad gris rata de Porcioles, denunciada y poetizada por Català-Roca y otros grandes fotógrafos de su época, hasta llegar a ser una gran capital casi a la altura del equipo de fútbol que lleva su nombre sin que -gracias a Josep Miquel Abad, un rojo y providencial contable-  nadie se forrase a costa del evento.

El antibolchevique Samaranch tuvo la audacia de incorporar a los países del bloque comunista a los Juegos. En Taijín, China, se inauguró hace solo tres años - por altos ‘bussiness’ del hijo del presidente del COI- el Museo Deportivo Juan Antonio Samaranch, mientras que aquí la CUP se quiere ventilar su nombre del Museo de Montjuïc. ¿De dictadura a dictadura? ¿'Un bel morire, tutta una vita honora'?

¿Y EL LEGADO DE CAMBÓ?

Puestos a aceptar el regalo insultando al  donante, ¿qué debería hacer el actual consistorio con el legado Francesc Cambó, uno de los principales impulsores del golpe de Estado de Primo de Rivera en 1923 y financiador del Alzamiento franquista 13 años más tarde?

Cambó Batlle  financió al franquismo con las mismas pesetas con las que luego pagó el ‘Diccionari General de la Llengua Catalana’ y la colección Bernat Metge -con Carles Riba a sueldo como traductor de griegos y romanos-. ¿Habría que retirar su efígie -¡erigida en el año 1997 con el beneplácito del alcalde Maragall!- del chaflán de Via Laietana con Jonqueres -justo al ladito de La Caixa-  y rebautizar la avenida que lleva su nombre,  pero conservar en las salas del MNAC sus Tiépolo, Tintoretto, Veronese, Zurbarán, El Greco, Rubens, Goya... borrando con lejía el nombre del traidor a la patria? 

Parece ser que entre una bolsa de deporte ignífuga y un tesoro pictórico que abarca cinco siglos no existe apenas diferencia; más o menos la misma que entre las estatuas de Macià y Cambó: ambas son feísimas.