Gente corriente

Montserrat Galí: «El paso al otro lado no es tan difícil como creemos»

Ángel de la guarda. Ha trabajado en todas las caras de la marginación y ahora dirige una 'pensión social'.

«El paso al otro lado no es tan difícil como creemos»_MEDIA_1

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Núria Navarro

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Parece capaz de resolver la ecuación humana más complicada. Montserrat Galí (Barcelona, 1952) ha trabajado al lado de presos, discapacitados, mujeres maltratadas,sin techo. Ahora lleva -sola- la Fundación Mambre, unapensión socialsituada en la Ronda Universitat, en la que viven 34huéspedes, algunos de ellos gente a la que la crisis ha arrastrado a la cuneta.

-¿Estoy ante un ángel de la guarda?

-No, no. Sencillamente creo que si cada uno desempeña bien su trabajo, sabiendo que lo hace para personas, hace algo por la sociedad.

-En su caso, 29 años tocando todos los palos de la marginación.

-Yo trabajaba de administrativa hasta que, a los 30 años, mi vida dio un giro. Me había licenciado en Ciencias Sociales y aproveché para hacer un estudio sobre el sida en la Modelo destinado al Parlamento europeo. Pero, dentro de la cárcel, descubrí que cuando tratas con personas, se te meten dentro. Estudié educación social.

-Y empezó educando a niños ciegos.

-En la Once. Y tuve la satisfacción de enseñar a comunicarse a una niña ciega y sorda que tenía una enorme ansia de saber. Aprendí el lenguaje y conseguí hablar a través de las manos. Luego entré en una cooperativa de educadores, que me destinó a varios centros, y en Arrels, a trabajar con mujeres maltratadas con hijos, con ancianos... Al llegar a lossin techo, me enganché.

-¿Se enganchó?

-Todo el mundo vive feliz pensando que a él no le tocará nunca, pero todos podemos tener un mal momento o una adicción. El paso al otro lado no es tan difícil. Lo difícil es que la situación se cronifique. Eso sucede en personas frágiles, tozudas o muy dolidas. Casi todos nacemos con la estrella sobre la cabeza, pero algunos nacen con la estrella en el culo.

-Póngale rostro a ese colectivo.

-Le contaré el caso de Alfonso. Era hijo de una prostituta, un niño de la calle. Le habían echado de la escuela y de algún trabajo, por mal comportamiento. Tenía dificultad en el habla y no controlaba sus movimientos. Era como un animal herido. Le convencimos para ir al Hospital del Mar y le diagnosticaron Corea de Huntington, más conocido como elmal de san Vito. Mueren prematuramente... Me comprometí a velar por su dignidad. Le traté con respeto y respondió muy bien, hasta el final.

-Ahora es la responsable de... ¿una pensión social?

-Me gustaría considerarla así... Hay paz y sosiego. He procurado diseñar una casa en la que cada habitación tenga su número y las personas tengan su llave. Aquí hay gente de clase media que atraviesa dificultades, pero también personas en proceso de superar adicciones. La crisis ha democratizado la pobreza. Las personas somos como las arañas, con hilos que nos agarran a la vida. Cuando se rompen los de la familia y el trabajo, se deterioran los demás.

-Oiga, solo se entiende el dolor, si a uno le ha dolido... ¿Es su caso?

-Bueno... Hasta los 12 años fui muy tartamuda. Quizá a causa de algún trauma, no sé... En el colegio se reían mucho de mí. Cuando tocaba leer, era a la primera que elegían. Llegué a escapar por el balcón al grito de que me dejaran tranquila. Sufrí mucho el «tú no puedes», el «tú déjalo». A la que no sentí presión sobre mí, me despojé del miedo.

-¿Eso explica su dedicación?

-Quizá... Entendí pronto el valor de escuchar, de la paciencia.

-Son sus grandes cualidades.

-Creo que doy a la gente la capacidad de responsabilizarse de su vida. Lo importante no es lo que haces por una persona, es estar, acompañar, no permitir que se sienta abandonada nunca.

-Va más allá. Me han contado lo que hizo por un señor llamado Eladio.

-Era unsin techocon muchas dificultades. Murió a consecuencia de un tumor cerebral y lo iban a enterrar por beneficencia. Pero al ir a recoger sus cosas, descubrí en una carpeta un recibo de Santa Lucía. Se había pagado el entierro. Tenía derecho a un buen funeral, con coches, flores, esquelas. No supo cómo vivir, pero sí cómo quería morir.

-Estaba solo.

-Sí. Así que animé a lossin techodel Raval a que asistieran al entierro. Nos recogieron dos coches y nos subieron al cementerio de Montjuïc. Luego el chófer se enrolló y nos acabó dando una vuelta por la montaña.

-Berlanguiano.

-Una manera creativa de hacer el trabajo, si usted quiere.

-¿Y quién se encarga de usted?

-Lo que me ayuda es que también respeten mis decisiones. Eso me cura.