El relevo en la Generalitat

De momento, mucha continuidad

CiU criticaba al tripartito, pero ahora descubre que Montilla hacía lo único que se podía hacer

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ANTONIO FRANCO

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En Catalunya es momento de ver y esperar, más que de juzgar. Debemos dejar correr los 100 días protocolarios que merecen todos los gobiernos entrantes antes de ser enjuiciados. Además, la crisis económica y social es profunda, y en contra de lo que decían en la campaña electoral quienes han ganado, ni hay fórmulas mágicas para resolverla ni las competencias del Govern catalán son suficientes para zanjarla. Por lo tanto, sería absurdo hablar ya sobre la gestión que hace o hará el nuevo Govern. Sí es posible, en cambio, analizar el trasfondo de las primeras declaraciones de losconsellersentrantes, ahora que en vez de intentar atraer votos han de encarar los problemas reales.

De momento, aunque nadie quiera decirlo abiertamente, imagen aparte, el nuevo Ejecutivo destila aroma a bastante continuidad. Los problemas son la crisis, el agujero sanitario y la falta de recursos financieros, y lo que hay por delante son recortes, por un lado, y todo lo que pueda ayudar a enderezar el tejido empresarial, por otro. Es decir, lo que hacíanJosé Montillay compañía, que trabajaban en esa dirección y en la de intentar paliar al máximo -que no era mucho- los problemas de las víctimas de la destrucción de empleo. Convergència va hacia ahí y sin anunciar grandes novedades. Eso quiere decir, ya a toro pasado, que no estaba tan mal lo que hacía el tripartito, aunque la mala prensa y el viento en contra le impidieron proyectarlo. Hay que resaltarlo, porque CiU contribuyó mucho a ese viento en contra al inyectar a la sociedad catalana una visión catastrofista de las líneas maestras de actuación del Govern anterior. Con ese antecedente, tendríamos que estar ante una Gran Rectificación. Quizá lo será, pero de momento no parece que las cosas vayan a ir por ahí.

Varias decisiones emblemáticas del tripartito de las que se anunció que tendrían marcha atrás están retenidas por un lógico freno de mano. Los bonos para particulares y empresas como recurso financiero, que el tripartito no lanzó por gusto sino por necesidad, fueron considerados una mala solución, pero ahora, muy poco después,Artur Masno descarta volver a emitirlos. Otro tema: se consideraba absurda la limitación de velocidad, pero pasadas las elecciones nos dicen que probablemente solo se modificará para el horario nocturno, algo que por cierto ya estudiabaMontilla. Y es que hay muy pocas ganas de tener que explicar un repunte de la mortalidad viaria tras el relevo gubernamental. Sigamos: las cámaras en las comisarías también fueron denostadas, pero a la hora de la verdad es poco probable que CiU las quite: los ciudadanos rebajarían sus garantías de ser bien tratados por los Mossos, y los Mossos rebajarían sus garantías de no ser acusados injustamente de malos tratos cuando actúan correctamente… No son cuestiones trascendentes. pero reflejan maneras de hacer política.

Respecto de la situación económica de la Generalitat preveo un plazo de prudencia, especialmente después del mal estilo exhibido por los entrantes al denunciar que el déficit era mayor de lo confesado, cuando después ha trascendido que en el traspaso de poderes el tripartito lo situó en sus niveles reales.

A todos nos alegra el publicitado tijeretazo del 23% de los altos cargos, pero hemos de esperar a ver si eso no comportará una Administración pública peor. Los expertos siempre han dicho que el problema de la Generalitat es de excesiva rigidez y poca eficacia, no de dimensión. Como la reducción supone un ahorro moderado de dinero, expreso mi reserva ante la desaparición de algunas carteras. ¿Funcionan bien las superposiciones de responsabilidad en unas pocas manos? A veces es más operativa la gestión especializada. Aunque lo políticamente correcto sea bendecir una reducción deconselleries, recelo de que algunas materias estratégicas de la política moderna, como la inmigración, el medioambiente, las universidades, o para nosotros el turismo, estén subordinadas a otras materias en carteras demasiado heterogéneas. O que no merezcan atención muy específica los temas de empleo.

En los temas económicos intuyo más continuidad de la que se espera, porque antes de las elecciones ya empezaban a ir un poco mejor las cosas. Cuando el tripartito dejó el poder, Catalunya había dejado prácticamente de crear paro, aquí la mayoría de los nuevos empleos eran reales (no funcionarios y asimilados, como en el resto de España), estaba creciendo de forma apreciable la exportación y repuntaba el número de nuevas empresas. La Generalitat no puede hacer grandes cosas contra esta crisis general, peroAndreu Mas-Colell

aplicará probablemente recetas parecidas a las deAntoni Castells para que continúe esa tendencia a mejorar antes que el resto del Estado.

Está claro, sin embargo, que los catalanes querían mayoritariamente un cambio de gestores. Y lo tienen. No gustaba el maridaje antinatural de los socialistas y Esquerra, y por eso ha muerto el tripartito. Pero es muy posible que CiU demuestre indirectamente en esta legislatura que los enfoques generales de gestión no necesitaban grandes rectificaciones, en contra de lo que se decía. Veremos si el tiempo me desmiente. Periodista.