La búsqueda de italianos en Madrid

JESÚS RIVASÉS

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Felipe González profetizó y advirtió sobre "un Parlamento a la italiana, pero sin italianos para gobernar". La obsesión antibipartidismo que algunos instalaron en la sociedad española ahogó sus palabras: "Los parlamentos fragmentados, aunque son mediáticamente divertidos, desde el punto de vista de la gobernanza, cuando hay que tomar decisiones importantes, las fragmentación los neutraliza". Dos elecciones y siete meses -por ahora- de Gobierno en funciones confirman el peor de los escenarios vislumbrados por el histórico socialista, mientras en Madrid, ya hay quién busca políticos, al estilo italiano, que impidan el bochorno de otras elecciones.

La sociedad española se italianiza a marchas forzadas. Italia vivió durante décadas la maldición de un Parlamento fragmentado, consecuencia de una ley electoral que en España reclaman, entre otros, Pablo Iglesias o Albert Rivera. Aquellos parlamentos transalpinos con muchos partidos que, a pesar de todo, se ponían de acuerdo, son la evidencia histórica que la fragmentación parlamentaria no produce decisiones relevantes. Quizá por eso, la sociedad civil italiana siguió adelante por su cuenta y demostró su pujanza. Sin embargo, todo tiene un límite y ahora Italia encara una deuda estratosférica y la quiebra de sus bancos.

La sociedad española, a pesar del apego a lo estatal, quizá de forma imperceptible, también empieza a italianizarse, a vivir al margen de los políticos. La bolsa, tras el batacazo del 'brexit', coge resuello. Empresas y familias han reducido sus deudas en 25 y 16 puntos respectivamente desde 2011, mientras que las el Estado la aumentaba un tercio, según los últimos datos del Banco de España.

La italianización ciudadana no borra los problemas de la falta de Gobierno. Mañana miércoles comienza el cierre presupuestario, que impide cualquier gasto de la Administración no previsto. Afectará a la actividad, con la amenaza añadida de un recorte de 10.000 millones que reclama Bruselas, que el Gobierno rechaza, pero que es necesario, lo pida Bruselas o no. Puede hacerse sin afectar al gasto social -pensiones y desempleo, sanidad y educación-, pero solo si un Gobierno estable afronta sin complejos ese desafío y no parece. El próximo Gobierno, que llegará algún día, será rehén de uno de esos parlamentos fragmentados que, como decía Felipe González, "facilitan la aventura, pero no llegan a ninguna parte".

La actividad continúa y, la próxima semana, los grandes bancos anuncian resultados. Apuran el plazo hasta el final. El Santander de Ana Botín, el día 27, mientras que el 29, en una más que curiosa coincidencia porque se solapan unos a otros, el BBVA (Francisco González), Caixabank (los últimos de Isidre Fainé como presidente) y Popular (Ángel Ron). Para entonces, todavía no habrá Gobierno, porque Rajoy quiere apoyos para la investidura y para aprobar los Presupuestos, y por eso es probable que en Madrid sigan con la búsqueda de italianos en verano, aunque esa tampoco es la solución.