El misterio de la recuperación española

Paren las fanfarrias de la propaganda oficial. El paro ha bajado en 30.000 personas menos que hace un año y se han afiliado casi un 40% menos de trabajadores a la Seguridad Social. Esa es la cruda realidad. Apenas uno de cada diez nuevos contratos se firma con carácter indefinido, mientras la tasa de cobertura de los desempleados cae otros cinco puntos en el arranque del verano, una buena estación para nuestra economía.

Junio debería haber puntuado mucho mejor para un país que ha depositado todas sus esperanzas de recuperación en el turismo y el trabajo fácilmente degradable. Aun así, solo la contratación de camareros y personal de hostelería ha frenado la brutal destrucción de empleo producida, por ejemplo, en el sector de la educación.

Casi al mismo tiempo que descubríamos que la creación de empleo en España continúa siendo el reparto de la miseria de una bolsa de trabajo barato y precario, conocíamos que la deuda total española, pública y privada, superaba los 1,78 billones de euros. Los griegos están muy mal y son unos manirrotos porque deben el 180% de su PIB. En cambio nosotros estamos en plena forma y somos el asombro de Occidente porque solo adeudamos el 167% del PIB. Misterios de la economía moderna. Los números nunca dicen aquello que parece que dicen.

Paradójicamente el grueso de esa voluminosa deuda no lo acumula el Estado, con sus hospitales, escuelas, trabajadores sociales y funcionarios en general. La parte del león se la lleva nuestro eficientísimo sector privado con sus sueldos millonarios, que multiplican por 24 el salario medio de sus empleados, o sus márgenes de beneficio, que ya han vuelto a los provechosos niveles previos a la crisis. La recuperación que vende Rajoy no es un milagro. Es un misterio.