Dos miradas
Me da lo mismo
Hoy, me da lo mismo si es pijo o progre. Me da lo mismo si se unió a la caravana para vivir una aventura africana o si por sus venas corre la solidaridad. No quiero decirle que tal vez nunca debió pasar por allí, como tampoco se me ocurriría recriminar a una víctima de violación su paseo a las cuatro de la mañana con una falda corta. Tampoco me importa si es amigo del alcalde o si tiene carnet político. No quiero pensar en cuánto costó el rescate, ni si los gobiernos deben ceder o no al chantaje terrorista. Menos aún quiero entrar a debatir si Francia lo hizo mejor o peor. Ni siquiera si él fue un héroe al evitar que los secuestradores dispararan contra el resto de la caravana.
Hoy, simplemente, pienso que una persona que sufrió el terror, el dolor y la angustia está de nuevo en pie. Que alguien a quien le arrebataron la vida durante nueve meses ha vuelto a recobrarla. Que una familia ha recuperado al ser por el que cada día lloraba. Vilalta ya trabaja con normalidad, anunciaba el titular. Y yo, hoy, quiero celebrarlo. Así, sin más.
Otro asunto es el debate sobre el papel y la eficacia real de determinadas acciones de cooperación. Sobre si la solidaridad no constituye una nueva forma de colonialismo. Incluso sobre si esa ayuda no crea, en el fondo, más dependencia. Pero esa discusión no será hoy. Quizá mañana, quizá otro día. Y nunca por encima del dolor de las víctimas.
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