Análisis
'Minijobs' y salario mínimo
Guillem López Casasnovas
Catedrático de Economía (UPF). Exconsejero del Banco de España.
GUILLEM LÓPEZ CASASNOVAS
El informe anual del Banco de España (BdE) es la única pieza de análisis colectivo que suscribimos los consejeros de gobierno de esta institución de forma colegiada. No lo son las comparecencias ante el Parlamento ni ante la prensa, ni los resúmenes de las intervenciones que pueda hacer el gobernador a título individual. Más me vale, pues, clarificar por la parte que me toca qué dice realmente el informe del Banco de España sobre el salario mínimo y, aprovecho, losminijobs también en mi caso como miembro del Carec (Consejo Asesor para la Reactivación y el Crecimiento) a raíz del último análisis publicado.
Exactamente, dice el Banco de España: «Cabría la posibilidad de explorar mecanismos excepcionales para evitar que el salario mínimo actúe como una restricción a la contratación». Verbo en forma potencial; posibilidad; explorar para valorar; excepcionalmente, como excepcional es la situación; para evitar como forma de prevenir que no ocurra algo deseable (¡la contratación!) y para eludir una restricción, no imponer un condicionante. Las palabras que se han traducido en los medios son: «El Banco de España propone eliminar el salario mínimo interprofesional». Ahorro al lector los comentarios que han seguido a esos titulares, en algunos casos por ofensivos.
La preocupación compartida es sin duda cómo conseguir que quien no trabaja tenga una oportunidad de hacerlo. Ya hace unos años, en el inicio de una crisis que el GobiernoZapateronegaba, hice una propuesta similar. Recuerdo que fue rápidamente descalificada y en tono poco amable por el ministro de Trabajo de la época, el señor Corbacho.El gobernadorFernández Ordoñezme pasó la nota de agenda y me quedé blanco: no conocía entonces la dificultad que entraña llegar con claridad a los medios.
Dentro de lo que dice ahora el informe del BdE habría que considerar posibilidades tales como: (I) abaratar la parte correspondiente a la cotización social del SMI, o (II) allí donde no llegue la retribución de la empresa, que lo complemente el subsidio público. ¿Cómo puede ser que se acepte esto y no que la empresa pague el SMI completo? Pues porque no es este un problema de la productividad (marginal) del ocupado, sino del valor del producto creado (es decir, de la producción multiplicada por su precio). Y como el precio de muchos de nuestros productos ahora no merece, por falta de competitividad, la demanda de los mercados (los de dentro por la escasa capacidad de la demanda interna, y los de fuera por los mejores competidores en la exportación), que el salario se sitúe algo por debajo del valor de la productividad marginal de la producción, y la subvención pública lo compense, puede no ser una mala idea. Hecho con cuidado, está claro, para que la empresa no pueda capitalizar la ayuda a su favor.
Otras medidas que figuran en el informe quedan secuestradas por la aquí mencionada, merecedora de descalificaciones que ayudan a erosionar aún más la tarea del supervisor. Y vistas las reacciones (también las favorables), los argumentosad personamacaban contaminando aún más la propuesta: «Si eso lo apoya la señoraAguirreno debe ser bueno», ya dicen algunos. Pero, ¿por qué el gobernador del BdE se mete en este jardín (como hacía también, por cierto, su antecesor)? Pues porque todos sabemos que si la economía no remonta, el esfuerzo que está haciendo el BdE para enderezar las cosas, también las que hemos hecho mal, no servirá para nada.
Ayuda
La foto fija de la reestructuración exigida por nuestros auditores externos se verá dañada por lafoto finishde una economía que sola no sabe o no puede salir de la crisis. En este contexto y con el objetivo de crear empleo, subsidiar el salario por debajo de un mínimo no es un invento malicioso contra los sindicatos ni, como decimos, la única medida (también hay que bajar los márgenes de intermediación y los costos de losinputs energéticos).
En muchos países avanzados son estas medidas las propias políticas deworkfare, que se contraponen a las dewelfare. Con estas últimas, se subvenciona no trabajar. Qué mala idea: condicionar la ayuda a no trabajar (se entiende no deestranquis). En las primeras, se subvenciona a quien aun y trabajando no llega a unos mínimos. El trabajador no pierde retribución y el sector público da los incentivos adecuados: a trabajar, a sentirse útiles socialmente y, mientras la cosa no se reactiva, a formarse en empleo, aunque sea enminijobs.
Y todo esto en lugar de inventarnos cosas raras o permanecer pasivos ante el gran drama del desempleo. Que el SMI no sea una restricción para la contratación es esto. ¿Quién se opone?
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