Dos de los nuestros
Tras la delación de Millet y Montull, el cuento que nos contarán es que tres tesoreros de CDC cobraron comisiones por obra pública a espaldas de Mas
Enric Hernàndez
Director
Director de EL PERIÓDICO desde el 2010 y licenciado en Ciencias de la Información por la Universitat Autònoma de Barcelona. En 1998 se incorporó al diario como redactor jefe de Política en Madrid. Un año más tarde, asumió la jefatura de la delegación y, en el 2006, fue nombrado subdirector. También trabajó en 'El País' como director adjunto y en el diario 'Avui', donde inició su carrera profesional.
ENRIC HERNÀNDEZ
Érase una vez una fuerza política dirigida por gente cabal que siempre ajustó sus gastos a las subvenciones públicas que recibía. Un partido que gobernó Catalunya durante tres décadas sin que nadie, absolutamente nadie, metiera la mano en la caja, ni tampoco desviase a sus arcas ni un solo euro de los contribuyentes. Unas siglas impolutas que recibieron millonarias donaciones de empresas privadas que, oh casualidad, antes o después obtenían jugosas adjudicaciones de la Generalitat, pero sin que unas y otras guardasen relación alguna.
Cada cual es libre de creerse el cuento que mejor encaje en su imaginario, pero tarde o temprano ese relato deberá mirarse cara a cara con la verdad. Y la verdad es que los tres tesoreros que ha tenido Convergència durante los últimos 20 años --el fallecido Carles Torrent y los imputados Daniel Osàcar y Andreu Viloca-- están judicialmente señalados como artífices de una trama de financiación irregular basada en el cobro de comisiones ilegales a cambio de obras públicas. Una acusación que ya no formula la pérfida fiscalía o malévolos jueces conjurados contra el 'procés' independentista, sino prohombres catalanistas como el expresidente del Palau, Fèlix Millet, y Jordi Montull. Dos de los nuestros.
EL CORTAFUEGOS
Tras la delación de Millet --"el dinero iba a CDC a cambio de obra pública"--, Montull ha cifrado el latrocinio: "Pasamos del 3% al 4% porque Convergència quería más dinero". Las evasivas de Osàcar, cortafuegos convergente, han dado pie a que Artur Mas proclame su propia inocencia frente a quienes "estuvieron robando dinero del Palau". Ocho años ha tenido el presidente de CDC, y ahora del PDECat, para denostar a los saqueadores del Palau, pero ni un solo reproche público ha salido de su boca... mientras ellos han guardado silencio.
El 'caso Palau' y la investigación del 3% acreditan un modus operandi consistente durante muchos años; solo varían el porcentaje de las mordidas y el método de cobro. En vez de fingir que no sucedió, o que sucedió sin su conocimiento, Mas debería dar, ahora sí, un paso atrás definitivo que libre al PDECat de tan pesado lastre.
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