La clave

Microcirugía

Una parte del independentismo anhela mártires para el 1-O pero la microcirugía de La Moncloa solo fabricará traidores

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ALBERT SÁEZ

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El Gobierno de Rajoy parece estar persuadido de no seguir el guion que la mayoría independentista del Parlament le ha escrito para el 1-O. Nada de aplicar el famoso artículo 155 -entre otras cosas porque no está desarrollado- ni mucho menos inhabilitar al 'president' Puigdemont o enviar a la Guardia Civil con tricornio a sacar las urnas de los colegios electorales. Harán microcirugía. Una suerte de 'cholismo' político-jurídico consistente en recurrir, suspender, derogar y sancionar cada acto jurídico -sea administrativo o legislativo- que sirva para preparar el referéndum o que pueda parecer que sirve para ello. La célula política de La Moncloa no cierra pues de vacaciones y está en guardia permanente. Y en el empeño se moviliza a cualquier institución del Estado para que cumpla con el papel que la ley le reserva. Esta actitud no tiene nada que ver con los meses previos al 9-N del 2014. En aquella ocasión, Rajoy escuchó el clamor de los catalanistas moderados que le aconsejaron una total pasividad a la par que le aseguraron que nadie iría a votar. Cuando vieron en el Telediario las colas en algunos colegios, en Moncloa se prometieron que nunca más volverían a pasar por una vejación similar. Y, además, la hidalguía castellana que gobierna las portadas de la prensa de Madrid no se lo permitiría por segunda vez. Así que el plan de microcirugía se aplica lenta pero metódicamente a quien mueve algún papel o algún euro para comprar urnas o papeletas, elaborar censos o contratar campañas de publicidad, ni que sea en grado de tentativa y cuanto más abajo del escalafón, mejor. Si una parte del independentismo anhela mártires, la microcirugía solo preve fabricar traidores. 

No está claro que la célula monclovita lo pueda controlar todo. Las imágenes de los agentes de la policía judicial con la cara tapada entrando en el Parlament colman el sueño húmedo del sector hiperventilado del soberanismo. El alarde de Montoro con el FLA no le gustó ni a Albert Rivera. Esta vez la épica no la pondrá España. Convertir el 1-O en una charlotada pasa por conseguir que no puedan votar más de un millón de personas. Para que el guion independentista tenga el desenlace anunciado deberían votar efectivamente más de tres millones. Esa es la pugna, ahora.