Dos miradas

Mi 1-O

Invadido por la sensación de impotencia absoluta ante la fantasmagórica jornada, me dejé hundir por la noche al reencontrarme con una de mis hijas, era el puerto amable que estaba buscando todo el día

zentauroepp40367198 spanish national police tries to dislodge pro referendum sup171123114457

zentauroepp40367198 spanish national police tries to dislodge pro referendum sup171123114457 / periodico

Josep Maria Fonalleras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La noche anterior, jugué al ajedrez con un amigo, al aire libre, frente a un colegio electoral. Él ganó una partida y yo gané otra. Me dejó ganar, para ser precisos. Después, cenamos. Me levanté muy temprano y a eso de las cinco y media de la madrugada entraba en otro colegio con un bizcocho. Después, pasaron las horas. Me encontré con amigos: un carnicero, un camarero, un informático, un fotógrafo. Con hombres y mujeres a quienes apenas conocía. Hacia las ocho y media, me mareé y fui a casa.

En la televisión, lo primero que vi fue a mi hijo ante la Guardia Civil, poco después de una carga. No supe nada más de él hasta las ocho de la tarde. Iba recibiendo noticias de los otros hijos, que rondaban por la ciudad. La que vive fuera, sufría en la distancia. Recuerdo que, con un fuerte dolor de cervicales, pasé buena parte de la mañana en casa. Después, fui a dar una vuelta. La atmósfera era anómala, casi fantasmagórica. Llegaban noticias de amigos que habían sido golpeadosvejados, veías pasar dotaciones de antidisturbios armados. Volví a casa. Me invadió una sensación de impotencia absoluta. Estaba en un mar donde miraba de nadar sin fuerzas, aferrado a trozos de madera que flotaban, restos de un naufragio. Lloré, solo. Por la noche, al reencontrar a una de mis hijas, me hundí. Era el puerto amable que había estado buscando, turbado, todo el día.