La mezcla de envidia y preocupación

Los años caen como tormentas sobre un Barça que ve pasar de largo sus mejores años ante un Madrid implacable

Cristiano Ronaldo celebra el triunfo junto al trofeo, este sábado en Cardiff.

Cristiano Ronaldo celebra el triunfo junto al trofeo, este sábado en Cardiff. / periodico

ELOY CARRASCO

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Generaciones enteras no han visto jamás al Real Madrid perder una final europea, y tiene pinta de que así seguirán las cosas por un tiempo. El remache de la temporada blanca es brillantísimo en la misma medida en que acrecienta la desazón en las filas azulgranas. Tras un año decepcionante apenas enmendado por una flaca Copa del Rey, desde la óptica del Barça solo puede juzgarse la final de Cardiff con una mezcla de envidia y, sobre todo, preocupación.

Envidia porque la Juventus se desmoronó de una manera desasosegante. El Madrid consiguió que así fuera, supo hacerlo, aparentemente incluso sin un gran esfuerzo, sin jugar un partido de fútbol memorable, y eso, visto en retrospectiva, aumenta la impotencia que sintió el Barça tras aquella eliminatoria traumática. El paredón que el tridente ni siquiera logró arañar resultó ser arcilla fácilmente excavada por la maquinaria de percusión madridista.

CRISTIANO, EL COMPETIDOR

CRISTIANO, EL COMPETIDORBuffon ya no pareció un coloso imbatible, sino un señor vulnerable como cualquiera, Alves se dejó por ahí el disfraz de superhéroe en el peor momento y se encarnó en el futbolista desordenado que nadie echa de menos, y Dybala elevó a herejía la comparación con Messi. Ver a una escuadra como la Juventus reducida a cenizas es un gran mérito del Madrid, no hay más: un equipo que suena como un reggaeton. Monótono, cansino, odioso a veces, pero implacable. Aquí se baila como él quiere.

Lo preocupante empieza al constatar que los años van cayendo como tormentas sobre un Barça que titubea mientras su mejor época pasa de largo. La historia dirá que Messi fue el más grande, pero a su lado también tendrá un lugar muy noble Cristiano Ronaldo, el competidor ultraferoz. En la que iba a ser la temporada del ocaso terminará igualando en balones de oro al 10 del Barça gracias a su inmensa aventura en la Champions, el torneo que, en fin, supone el universo-fetiche del madridismo. Doce títulos, se dice pronto.