LA RENOVACIÓN DEL 10

Messi 'forever'

Los 700 millones son una cifra simbólica: para irse del Barça hay que querer irse, y algunos se marchan por mucho menos

Messi, en el partido de la Champions contra la Juventus.

Messi, en el partido de la Champions contra la Juventus. / periodico

Jordi Puntí

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Un nombre y un verbo, y ya está: Messi firma. Messi firma. Messi firma. Messi firma. Podría llenar todo el artículo con estas dos palabras y no haría falta nada más para expresar mi alegría no exenta de cierto nerviosismo infantil, pero quiero cobrar a fin de mes y comprenderán que hay que escribir algo más. Messi firma. Por fin. Tenemos la foto. Messi firma el que probablemente sea su penúltimo contrato como futbolista profesional, y la buena noticia es la más previsible: lo firma con su Barça de toda la vida. Como mínimo tendremos a Messi durante tres temporadas más, podemos disfrutarlo hasta el 2021, y aunque no dudábamos de su compromiso con el club, respiramos tranquilos porque sí dudamos en algún momento de su compromiso con la directiva de J. M. Bartomeu.

Messi firma y la cláusula de rescisión es de 700 millones de euros, una cifra que, no nos engañemos, hoy en día es disuasoria para todo el mundo menos para los jeques árabes, que están convirtiendo el mundo del futbol en un videoclip de hip-hop: se comportan como raperos que despilfarran el dinero solo por el gusto de gastarlo, como quien conduce diez Ferraris y se llena el cuello de cadenas y la boca de dientes de oro. Se trata, sin embargo, de una cifra simbólica: para irse del Barça hay que querer irse, y algunos se marchan por mucho menos.

El gesto magnánimo

Messi firma 'forever' y, hay que decirlo, incluso la ejecución de todo el asunto de la foto me ha parecido bien orquestado. Después de ganar su cuarta Bota de Oro, como mejor goleador de las ligas europeas, Messi lo celebró con este gesto magnánimo: ampliando su alegría a la de todos los culés. La foto y el nuevo contrato, además, ponen fin a siete días en que los barcelonistas ya nos habíamos comido todas las uñas de las manos y de los pies. La duda nos acechaba desde hacía semanas, pero se agravó con la carta-artículo que Joan Manuel Serrat publicó en cierto periódico neoliberal, en la que expresaba sus temores más irracionales: que Messi podía irse a partir del 1 de enero. Luego vino la suplencia del jugador en Turín, frente a la Juventus, y de repente empezamos a temer lo peor...

Messi firma su contrato y hay que celebrarlo porque eso significa que nos esperan grandes días (aún más)

Ningún jugador del mundo crea tanta inquietud con su ausencia. Messi se queda en el banquillo, inesperadamente, y el mundo del futbol tiembla. Es una sensación parecida a las épocas en que está lesionado (cruzo los dedos). No es tanto que el equipo juegue diferente sin Messi en el campo, sino que el imaginario colectivo del Barça anticipa lo que ocurrirá dentro de varios años, cuando el futbolista tristemente se retire. Jugar sin Messi es acercarse al abismo, atisbar aunque sea solo durante 60 minutos como será el mundo post-Messi, esa sensación de pérdida, la ausencia de lo inesperado y lo mágico. (Si esto ya me ocurre hoy día con Xavi, no puedo ni imaginarme como será cuando Messi se retire).

Messi firma, renueva su contrato, y hay que celebrarlo porque eso significa que nos esperan grandes días (aún más). Más competición, un Mundial a la vuelta de la esquina... Todo empieza hoy, por así decirlo, con un partido importante en Valencia, pero el privilegio continúa.