Más recetas fallidas para Grecia

ELISEO OLIVERAS

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El rescate de Grecia ha constituido un evidente fracaso: la situación del país es mucho peor que al inicio de la intervención del Eurogrupo y del Fondo Monetario Internacional (FMI) y no se han cumplido las fantasiosas previsiones de la Comisión Europea y del FMI. Ahora, ante la resistencia de Atenas a seguir aplicando las mismas recetas fallidas que han hundido al país, el Eurogrupo, la Comisión Europea y el FMI parecen autoconvencerse, de nuevo de forma poco realista, de que la suspensión de pagos de Grecia y su eventual salida del euro serían «manejables».

La actitud del Eurogrupo de comenzar a contemplar como «inevitable» la suspensión de pagos de Grecia priva al primer ministro griego, Alexis Tsipras, y al ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, de la baza clave con la que han jugado durante los últimos meses de negociaciones: que en última instancia sus socios no les dejarían caer por el daño que eso podría causar al euro y a la estabilidad financiera internacional.

A pesar de su optimismo, Tsipras puede encontrarse en la cumbre urgente de la eurozona del lunes frente a la disyuntiva de aceptar el 'diktat' de los ajustes exigidos por la troika --Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y FMI-- o verse abocado a suspender pagos a final de mes al no poder devolver al FMI los 1.600 millones de euros previstos. Con el agravate de que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, la directora del FMI, Christine Lagarde, y los líderes europeos están ya señalando al Gobierno de Syriza como el único culpable del fracaso de las negociaciones.

Lagarde advirtió de que no dará ni un día adicional de plazo a Grecia para pagar su deuda al FMI, mientras que se mostró mucho más comprensiva con Ucrania. Lagarde aseguró que el FMI «está dispuesto a apoyar a Kiev si Ucrania tiene que suspender el pago de su deuda».

Incluso si Tsipras finalmente claudica y acepta nuevos ajustes a cambio de seguir recibiendo préstamos europeos, la crisis seguiría lejos de resolverse, porque el problema de Grecia no son los ajustes, sino la falta de crecimiento que engendra esa política y la enorme evasión fiscal de la élite, que incluso se fomenta desde Holanda y Luxemburgo.

DE NUEVO EN RECESIÓN

Los ajustes impuestos por la troika han reducido el gasto público en Grecia el 31% del 2009 al 2014. Pero el producto interior bruto (PIB) del año pasado fue el 25% inferior al del 2009 y el país vuelve a estar en recesión. La tasa de paro ha pasado del 9,6% al 25%, más de la mitad de los jóvenes no tienen empleo, la desigualdad ha aumentado el 25% y el 33,7% de la población mayor de 18 años se encuentra en riesgo de pobreza, según Eurostat.

Cinco años después de que Grecia quedara colocada bajo la estricta tutela de la troika y tras dos rescates consecutivos que suman 240.000 millones, la deuda pública griega supera los 317.000 millones, lo que equivale al 177% del PIB. Esta deuda es superior a la que existía en el 2009 (una vez depurada de las manipulaciones gubernamentales): 301.000 millones, el 126,8% del PIB.

Proteger a la banca

La gran diferencia radica en que antes la deuda pública y la de la banca griega estaba en manos de bancos privados, principalmente franceses, alemanes, británicos, holandeses, italianos, austriacos, irlandeses y norteamericanos. Ahora recae sobre los ciudadanos europeos, ya que el rescate de Grecia ha servido fundamentalmente para liberar a la banca privada de sus riesgos en Grecia y trasladar la factura sobre las espaldas de los estados de la eurozona, como han destacado James K. Galbraith y otros economistas. Pese a que la mejor solución y la más barata hubiera sido reestructurar la deuda griega en el 2010, el Eurogrupo demoró la medida al 2012 para no perjudicar a los bancos privados.

La troika exige ahora en especial recortar el gasto en pensiones, sin tener en cuenta que su situación deficitaria es consecuencia de la caída de la recaudación por la destrucción de empleo y el recorte salarial impuestos en el plan de ajuste, así como de la pérdida de 25.000 millones que sufrió el fondo de pensiones por la restructuración de la deuda griega en el 2012. La troika olvida los sucesivos recortes en las pensiones, que el 60% de las mismas son inferiores a 700 euros y que la mitad de los griegos dependen de las pensiones de un familiar para subsistir.