Red de transporte

Más presión en las estaciones

La intensidad en Barcelona puede interpretarse como un síntoma de un cambio de hábitos que debería hacerse extensivo a otras ciudades y pueblos

Usuarios de la linea de bus 24

Usuarios de la linea de bus 24 / JORDI COTRINA

Maria Rubert

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El turismo concentrado en ciudades comporta un uso intensivo del transporte público en los meses de mayor calor. Autobuses, tranvía y metro han incorporado sistemas de aire frío, y mejorado los vagones. Sin embargo, la frecuencia es la que es. Y las estaciones diseñadas para otra carga no soportan la presión. En el área de Barcelona hace décadas que el transporte público crece en uso y oferta. Pero andenes y estaciones pensadas para otras intensidades son más difíciles de adaptar. Y cada vez, para alivio de todos, es mayor el número de usuarios que no utilizan el coche. Las estaciones son los puntos mas frágiles del sistema. Sin embargo, algunas están ahí esperando, como un plato de sobras en la nevera. El Morrot y la estación de França están vacías desde hace años, a la espera de que vuelvan a enlazarse a la red de ferrocarril.  Y de este modo disminuir la presión en la sobrecargada Sants, por ejemplo. Otras están por construir, como Sagrera.

La sobrepresión del transporte público en verano se debe también al precio atractivo para los visitantes, si lo comparamos con otras ciudades. Quizá la tarifa no debería ser igual para aquellos que usan diariamente el transporte público para hacer sus tareas o trabajar que para los turistas que tienen más tiempo y podrían pasear y disfrutar mejor de la ciudad con una sombrilla, sin prisas ni apretujones.

Para mejorar la situación de colapso veraniego, no hay receta fácil ni mágica

Para mejorar la situación de colapso veraniego, no hay receta fácil ni mágica. En Tallin (Estonia) el transporte público es gratis para los residentes. En Manhattan han reducido asientos en el metro para encajar más pasajeros de pie. Dos soluciones extremas que no atajan el problema. Reducir asientos en los trenes hace más incómodo el trayecto.  Algo importante para los usuarios que leen, conversan o interactúan cómodamente con el móvil si las condiciones son confortables.

El cambio climático obliga a emprender una política de reducción de la superficie de asfalto. Hacen falta más árboles y menos coches... ¿O alguien imagina que podemos seguir reclamando más infraestructuras de asfalto cuando lo que convendría es iniciar políticas de desasfaltar, como están proponiendo algunos colectivos? ¿Se trata de seguir destrozando el país y nuestro futuro asfaltando más paisajes? Llevamos años apostando por el coche privado. En ciudades medias, este sirve para un recorrido largo, para acompañar a los niños a la escuela o al fútbol o para ir a comprar pan. Algo impensable hace unas décadas cuando no imaginábamos más de un coche, ni un televisor por familia. Los tiempos han cambiado y en este aspecto ¡a peor! Debe ser antipopular iniciar políticas de reducción drástica del coche. Quizás esperaremos a llegar a los 40º y que el asfalto empiece a derretirse, como ya ocurre en Nueva Delhi.  

La sobrepresión en Barcelona puede interpretarse como un síntoma de un cambio de hábitos que debería hacerse extensivo a otras ciudades y pueblos. Imagino que hay estrategias en marcha para reducir la sobrepresión. La primera, quizás, incorporar todas las estaciones existentes a la red.