Más y más débiles

Enfermos de cáncer empujados a la pobreza. La mitad de los pensionistas catalanes cobrando menos de 700 euros o, lo que es lo mismo, con la pobreza pegada a los talones. Dependientes que mueren antes de que les llegue ninguna prestación. Jóvenes custodiados por la Generalitat arrojados a la calle a los 18 años sin un número de identidad de extranjero (NIE) y, por lo tanto, sin poder empadronarse ni solicitar una prestación. Pequeños que cargan en su mochila el peso colosal de la vulnerabilidad de sus padres. Jóvenes instalados en el precariado y víctimas del mercado inmobiliario…

Estamos en el pantano. En el gélido y cenagoso pantano. Sumando voluntades mutiladas. Restando esperanzas. Y abandonando a los que dan negativo en el cómputo de costo y beneficio.

Pero sigamos. Sigamos envueltos en la bandera, en las múltiples banderas. Sigamos discutiendo, volcando ilusiones y esfuerzos en el nombre de las patrias. Sigamos levantando alianzas con los mismos que nos oprimen, que sirven a las élites, que solo quieren consolidar sus privilegios, que nunca se han puesto al lado de los que sufren y que, cuando podían, nada hicieron (del verbo hacer, no aparentar) por combatir las desigualdades. Sigamos levantando muros nacionales mientras los que nunca bailarán al filo del abismo se estrechan las manos. Sigamos dóciles, apartando la mirada los unos de los otros, sin reconocernos como iguales. Sigamos cada día más débiles.