La rueda

Mas y Junqueras

El debate entre ambos dirigentes es necesario para un acuerdo obligado

ENRIC MARÍN

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El punto de contacto que tienen el nuevo soberanismo en Catalunya y Podemos en España es que significan una impugnación de las estructuras de poder que se han consolidado en España en los últimos 35 años. No se puede entender la lógica y el significado de ambos movimientos sin interpretar la corriente de fondo de descontento social que los impulsa.

En el caso del movimiento independentista catalán se combinan dos motivaciones que se mezclan de forma muy diversa: por un lado, la necesidad de profundización democrática en la lucha contra la pobreza o la corrupción y, por otro, un distanciamiento profundo del nacionalismo español y de su apropiación del Estado.

La corriente central del catalanismo ya ha asumido la convicción de que solo la creación de un Estado catalán permitirá disponer del mínimo de soberanía económica, política y cultural para garantizar la continuidad del proyecto nacional catalán. Y, también, que la ruptura democrática que significa la creación del nuevo Estado ofrece una oportunidad única para definir unas nuevas prioridades políticas más conectadas con las necesidades de la población. Es decir, el movimiento soberanista es democrático en el sentido más genuino y etimológico: poder del pueblo. Comporta, pues, un cierto desplazamiento de poder y de hegemonía política y cultural desde las élites a las clases populares.

Ante esta situación, las posiciones de Mas y Junqueras responden más a una lectura no plenamente coincidente de la sociedad catalana de hoy que a razones personales o de partido. En virtud de ello, la diferencia más relevante está centrada en el carácter solo plebiscitario o también constituyente de las elecciones adelantadas, y en la centralidad o no del debate sobre el Estado del bienestar y la calidad democrática. Es un debate necesario para un acuerdo obligado.