Más declaraciones que hechos

Muchas de las llamadas estructuras de Estado ya funcionan en algunas autonomías

Los independentistas se felicitan tras la votación del viernes en el Parlament.

Los independentistas se felicitan tras la votación del viernes en el Parlament.

Salvador Sabrià

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En una economía tan interrelacionada como la actual, los llamamientos a un boicot a los productos producidos en una zona determinada no tienen demasiado sentido. Ya se está viendo estos días, en los que asociaciones de trabajadores autónomos de toda España, organizaciones empresariales de Extremadura y entidades similares de otras zonas han advertido contra una campaña para no comprar productos "catalanes" porque al final resulta que buena parte de sus componentes proviene de autonomías españolas diversas y una caída de ventas les afecta también a ellas. Y a la inversa. Además, muchas de las 1.700 empresas que han trasladado su domicilio social fuera de Catalunya, entre las que hay una parte importante que querían evitar así el rechazo a sus productos, seguirán apareciendo en las etiquetas como de origen catalán ya que este lo marca su domicilio fiscal, que en este caso es más difícil de cambiar que la sede social. Al menos por ahora, hasta que no se cree la norma 'ad hoc' si se considera necesaria.

Todo esto sucedía antes del 27 de octubre, el día en el que la mayoría del Parlament de Catalunya dio luz verde a una resolución que abre el camino a una república catalana, y una mayoría mucho más amplia del Senado español cerró esta vía utilizando el artículo 155 de la Constitución. En ambos casos se pueden encontrar reputados expertos jurídicos que aseguran que se han sobrepasado los límites de la legalidad vigente. La diferencia es que el Estado español tiene mucha más fuerza y reconocimiento internacional que la república catalana.

Quizá no está del todo claro que Mariano Rajoy pueda convocar las elecciones al Parlament, pero lo ha hecho y ha puesto la máquina electoral en marcha. Y el tiempo va pasando. Por el otro lado, Carles Puigdemont sigue haciendo solo declaraciones, los cargos medios de la segunda fila de la Generalitat  acatan su destitución y el apoyo internacional no llega. Se han publicado extractos de conversaciones de altos cargos de la Conselleria d’Economia en los que constataban, el pasado agosto, que prácticamente sería imposible tener la maquinaria tributaria para un estado independiente en octubre. Sin duda que las citadas filtraciones son interesadas, y que podría ser que en los siguientes meses se hubiese acelerado todo. La realidad se verá en los próximos días. Se ha jugado mucho con las palabras, y ahora es el momento de comprobar si las llamadas estructuras de Estado estaban tan a punto como correspondería a una proclamación de independencia.

En el aspecto tributario, lo que estaba preparando el  Govern incluye muchas medidas que ya se aplican en otras autonomías y que no han sido impugnadas por el simple hecho de no llamarlas estructuras de Estado. Hace años que podrían estar funcionando, pero por lo visto las prisas solo valen para las declaraciones. Ha llegado el momento de constatar los hechos.