Perlas del papel

Marruecos, un vecino insaciable

'La Razón' recuerda a Rabat que un millón de marroquís viven en España

Marruecos, un vecino insaciable_MEDIA_1

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ALBERT GARRIDO

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La fotografía del actor Willy Toledo y otros levantiscos, sacados de la tribuna del Congreso a empujones, era tan irresistible que sedujo a las redacciones. El País, Público, El Mundo y La Razón recurrieron ayer a ella en las portadas para informar de que las cosas -las relaciones, la diplomacia, todo eso- con Marruecos pintan de nuevo fatal. Y si Abc no se dejó seducir fue porque le cuadró más la de Jean-Claude Trichet para darle a Rodríguez Zapatero con el editorial: «Un Gobierno que solo reacciona ante situaciones extremas y que demuestra tanta dependencia del exterior no transmite seguridad».Ahí estamos: con los puntos básicos bajando y el subidón de Abc subiendo no se sabe muy bien por qué, salvo que prevea que, después de las sacudidas de mayo y de noviembre, se avecina otra.

Pero no divaguemos; volvamos a Marruecos y su enfado por la declaración aprobada ayer en el Congreso. O sea, que nuestro vecino ha decidido revisar «sus relaciones con España en todos los ámbitos». Ocasión enorme para que Ana Romero, de El Mundo, que anduvo por el Sáhara Occidental con permiso marroquí, recordara ayer que en la corte de Rabat se comportan «como niños consentidos (por la comunidad internacional)» y, ya puesta, acusara al rey -el de allí- y a su entorno de ser «insaciables».

El editorialista del mismo diario tiraba más a dar (a dar en el palacio de Santa Cruz, se entiende): «Esa diplomacia del apaciguamiento y paños calientes es correspondida ahora con amenazas que sugieren incluso que las empresas españolas que operan al otro lado del Estrecho podrían tener problemas».¿Qué hacer ante tamaño riesgo (mero temor de editorialista temeroso, todo hay que decirlo)? La Razón tenía la respuesta: «Sus amenazadoras declaraciones -las del Gobierno marroquí-, que preceden al enésimo chantaje sobre Ceuta y Melilla, no pueden quedar sin respuesta». Y más adelante disparaba con bala -es solo una metáfora- y sin contemplaciones: «Rabat parece despreciar el hecho de que en nuestro país se ganan la vida y disfrutan de las libertades democráticas más de un millón de súbditos marroquís».

¡Ah, qué aplomo! Esto del patriotismo resulta cada día más tranquilizador y relajante cuando arrecia un temporal.