Siete x siete

Mariano Rajoy busca su juego

ANTÓN Losada

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Cuando Zapatero se enfundó la camiseta de presidente dispuesto a tomar la responsabilidad por las decisiones difíciles, los populares se llenaron de balón y cometieron el error de votar negativamente la reducción exprés del déficit que llevaban tiempo reclamando. Desde entonces, a Rajoy le pasa algo muy semejante a lo que le sucede a la selección española en el Mundial: les cuesta encontrar su sitio y un estilo de juego al cual encomendarse. Se le notaba muy seguro escondiendo la pelota en el centro del campo, mientras dejaba al Gobierno desgastarse en su juego demasiado defensivo y lastrado por un exceso de errores e imprecisiones. Su criticado voto en contra del paquete antidéficit devolvió a los socialistas el balón y cierta iniciativa, dejando al PP sumido en la indefinición. Su discurso mantiene firme la táctica de oponerse a todo por cualquier medio necesario, pero sus hechos resultan desconcertantes. Desde la abstención ante una reforma laboral que dice que solo sirve para despedir, al simulacro de pacto energético, pasando por el correoso Javier Arenas y su patada a seguir de un hipotético, pero inverosímil, Gobierno de gran coalición.

Como al combinado de Del Bosque, le acompañan los resultados, especialmente en las encuestas, pero las sensaciones que deja su juego tampoco son buenas. Al Gobierno parece sucederle lo contrario. La intención de voto le golpea como aquel gol de Suiza, pero se le ve mejor situado en el campo, con una estrategia más clara y un ataque más perpendicular. Es Rajoy quien ha pasado a dar bandazos por querer lograr un imposible. Cuadrar en una misma ecuación el populismo de tirarle a Zapatero todo cuanto se deje arrojar, que tanta eficacia demoscópica ha acreditado, con la acción responsable e inteligente previsible en alguien que aspire a gobernar. Antes o después, tendrá que escoger. No debería especular mucho más con el resultado, porque en la política, como en el fútbol, la indefinición multiplica el riesgo de acabar en el camino a casa que ya han tomado en Suráfrica equipos tan potentes como Italia o Francia; precisamente por no tener claro a qué jugaban.