La rueda

Ni Maragall, ni Ibarretxe

ENRIC MARÍN

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Visto con perspectiva, el plan Ibarretxe y la propuesta de federalismo asimétrico del president Maragall fueron las dos últimas oportunidades para actualizar el modelo democrático y territorial español sin cuestionar el principio de unidad del Estado. Los dos presidentes pagaron su osadía siendo arrinconados de la escena política sin ninguna contemplación.

Ibarretxe le aplicaron dosis masivas de medicina FAES. Fue caricaturizado como el gestor político del programa de ETA. La propuesta de Maragall se concretó en el Estatut de Miravet. No es necesario volver a recordar ahora el vía crucis del Estatut. Solo apuntar que el origen de la propuesta fue un pacto entre las izquierdas federalistas e independentistas al que se añadió CiU. Hecho el balance del proceso estatutario, a nadie debe sorprender que buena parte de los federalistas catalanes hayan identificado al soberanismo como la única garantía para dar continuidad al proyecto catalanista. Así, cuando el catalanismo ha dejado atrás el posibilismo del peix al cove, el núcleo dirigente del Estado español ha quedado descolocado. Ha recurrido al manual conocido y ha aplicado la plantilla vasca. Ha visto en el president Mas el nuevo Ibarretxe. Un error colosal.

La Catalunya del 2014 tiene pocos puntos de contacto con el País Vasco del 2005. En primer lugar, no es un país fracturado por la violencia. En segundo lugar, no hay un plan Mas; hay un formidable movimiento social que se traduce en mayorías parlamentarias sólidas. Y en tercer lugar, Mas ha entendido perfectamente que una parte importante de la batalla por la opinión pública se juega en el escenario internacional.

Por estas razones, el martes pasado esperaron inútilmente al president Mas, y por eso la medicina FAES actúa como un potente complejo vitamínico para el soberanismo catalán.